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¿Qué hacer con un pepino?

 Pepinos por los suelos. Foto: García Santos
Pepinos por los suelos. Foto: García Santos
Mikel López Iturriaga

Ante esta injusticia me queda la acción personal, que no puede ser otra que la de promover el consumo de esta verdura. Unos cuantos blogueros se han conjurado en Twitter para publicar a la vez el próximo lunes recetas con pepino, iniciativa a la que El Comidista se sumará sin dudarlo un momento. Pero antes de eso, me gustaría daros unas cuantas ideas para hacer uso de esta verdura (uso culinario, claro está: del otro no hay mucho que explicar, ya lo conocéis todos que sois mayorcitos).

1. Cómo hacer que el pepino guste a los que no les gusta el pepino

Reconozcámoslo: el pepino tiene muchos detractores. Hay gente a la que no le entra bien, porque su sabor y su textura son un tanto especiales. Yo mismo me mantuve al margen de él hasta hace algunos años: una de las pocas cosas que sé decir en griego es "joris anguri" (sin pepino), mantra que repetía en Grecia siempre que pedía una ensalada.

Mi introducción a esta verdura vino de la mano del limón. Si pelas y picas el pepino, lo sometes a una ligera deshidratación (tan sencillo como salarlo y dejarlo una media hora sobre un colador), y después lo maceras con zumo de limón, modera bastante su sabor cucurbitáceo a melón verde. Un proceso similar se puede llevar a cabo con un buen vinagre.

Os aseguro que una vez desbravado, los pepinos serán mejor admitidos por los escépticos en ensaladas, sopas o guarniciones. Yo empecé con esta técnica, y ahora me los como de todas las formas posibles.

2. Amigos naturales del pepino

¿Con qué combina bien esta verdura? Con el tomate, por descontado. Ahí están las ensaladas y los gazpachos para demostrarlo. Para aliñarlo en solitario, los sabores cítricos le van al pelo: limón, lima, ralladura de naranja... El ceviche de merluza y pepino que publiqué hace algún tiempo se beneficia de esta simpatía.

El yogur griego es otro amigo natural, y si no te lo crees haz un tzatziki: pela un pepino, quítale las semillas, pícalo o rállalo, échale sal y déjalo sobre un colador media hora o más; después lo mezclas con dos yogures griegos, un diente de ajo picado, una cucharadita de eneldo picado y otra de perejil, un chorro de aceite de oliva, otro de limón, sal y pimienta. Otra buena opción es juntarlo con su primo hermano el melón en una sopa fría con yogur, queso y menta.

Además de con la menta, el eneldo y el perejil, el pepino también se lleva bien con el cilantro. En ensalada o en cremas frías, tanto esta hierba como los cacahuetes picados son excelentes compañeros. En sandwiches, como bien saben los ingleses, un pan casero de cereales untado con mantequilla de calidad puede alzar a un simple pepino salado a un insospechado pedestal. Y un toquecillo de mostaza o de picante nunca le puede hacer mal al frescor de nuestro héroe, ni en los bocatas ni en los aliños.

Pepinos
Pepinos

Para comer pepino no hace falta disfrazarse de Lady Gaga. Foto: Francisco Bonilla

3. ¿Lo pelo antes de comérmelo?

Ardua cuestión. Desde un punto de vista sanitario, si lo lavas bien no es estrictamente necesario, pero si te vas a quedar más tranquilo, lo pelas y ya está. Desde un punto de vista culinario, pues depende: si son pepinos buenos de temporada, y de una clase con la piel fina, a mí me gustan con piel. Si no, elijo pelarlos.

Una opción intermedia y vistosa es pelarlos a rayas, dejando más o menos la mitad de la piel, aunque sea un tipo de decoración un tanto viejuna. En cualquier caso, se debe tener en cuenta el uso que le vayamos a dar: si buscamos un punto crujiente, mejor dejar la piel; si queremos algo más suave y blandito, pelarla.

4. El pepino me sienta como un tiro. ¿Qué hago?

Hay muchas personas a las que el pepino les repite tanto o más que el ajo. Mi hermana bióloga solía decir en broma que carecía de la enzima necesaria para digerirlo, a la que llamaba "pepinasa". A mí también me caía fatal al estómago al principio, pero he debido de ir desarrollando pepinasas porque ahora lo tomo sin grandes problemas.

Mis consejos al respecto: tomar las mismas medidas que en el punto 1, que ayudarán a reducir la agresividad de la cucurbitácea; quitarle las semillas y consumirlo siempre al principio de la comida y en dosis moderadas. Hay quien dice que dejando parte de la piel sienta mejor, pero yo no he podido comprobar este extremo en mi propio organismo.

5. ¿Se puede calentar un pepino?

En la tradición gastronómica mediterránea, el pepino se toma siempre crudo o encurtido. Tiene lógica, ya que su proporción de agua es altísima (un 97%) y su temporada es el verano. Sin embargo, en los países eslavos son típicas las sopas de pepino calientes. Jamie Oliver hace una sopa de este tipo que se puede tomar tanto fría como caliente y no tiene ninguna mala pinta.

Julia Child, la mujer que enseñó cocina francesa a los estadounidenses, tiene una receta de 'Concombres au beurre' (pepinos a la mantequilla) de 1961 en la que estos se hacen al horno, pero me da que es un poco invento y que éste no es un plato popular en La France. En cualquier caso, ahí lo dejo como experimento para los más intrépidos.

Y tras estos sabios consejos, me despido con el mejor vídeo de pepinos de la historia, visto en Vanity Fair.

Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).

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