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La comida rápida no arrasa en España (por ahora)

Mikel López Iturriaga

El informe asegura que los españoles gastaron casi 22 euros por persona en comida rápida en 2010. Entre los 13 países analizados, sólo superamos a dos naciones emergentes, China (unos 15 euros) e India (unos 5,5), mientras permanecemos bastante por debajo de italianos (30 euros), alemanes (54,5), franceses (76) o británicos (94) y a unos añitos luz de estadounidenses (167 euros) y japoneses (¡169!). En términos absolutos, España es el que menos fast-food come de la lista: en 2010 gastó 1.004 millones de euros en esta clase de género.

Antes de lanzar las campanas al vuelo y, como diría Harvey Keitel, empezar a chuparnos las ******, se debe destacar el importante ascenso que ha tenido el consumo de comida chatarra en este bendito país: cerca de un 18% en los últimos 15 años. Y la previsión para los próximos tres años es de un crecimiento todavía mayor (un 18,75%), por lo que se puede convertir en el país industrializado que más sube junto a Francia. En definitiva, todavía comemos lento... pero estamos en vías de dejar de hacerlo.

¿Son estos datos buenos, malos o regulares? Bien, lo primero que hay que tener en cuenta es qué considera el estudio "comida rápida". Para EAE, es la que se sirve en "restaurantes de servicio rápido" (en los que no se sirve en mesa), locales de "comprar y llevar", puntos de venta en la calle (stands, furgonetas, etc.) y locales de ocio como teatros, cines, salas de juego o encuentros deportivos.

En principio, los alimentos que se venden en esta clase de establecimientos no tienen por qué ser insanos o de mala calidad: un bocata, un pincho o cualquier comida preparada pueden ser tan dignos o más que un plato servido en un restaurante "de los de sentarse". Pero esa es la teoría. La realidad es que buena parte de la comida rápida en España está en manos de cadenas o locales independientes cuyos menús dejan bastante que desear en términos de calidad y salubridad. No hay más que darse una vuelta por cualquier centro comercial español y catar los bodrios que se embucha el personal por allí: comida mal hecha, producida en serie sin ningún tipo de gusto, y encima absurdamente cara para lo cutre que es.

Estaría bien tener datos sobre el consumo de comida rápida por tramos de edades. Quizá me vuelva a equivocar, pero me jugaría un brazo de gitano a que los índices entre los menores de 30 años están disparados, y que sólo la reticencia de los mayores de 60 mantiene bajos los niveles de basurismo en España. El abandono de la dieta mediterránea y el consiguiente aumento de la obesidad en las nuevas generaciones es un hecho advertido por los estudios y palpable con la mera observación. Parece que más de un papá y una mamá no se han molestado en convencer a su prole de que no hay nada "guay" en comer bazofia procesada a todo correr, y que la comida es un acto social placentero que debe ir más allá de llenar la andorga.

Como siempre, nos queda el consuelo de tontos de saber que otros países están peor. Los emergentes como China, India o Brasil van derechos a alcanzar niveles propios de EEUU, y más sorprendentes aún son los datos de Francia y de Japón, lugares que uno no asocia en principio a la alimentación rápida. También podemos rezar porque se acabe imponiendo un modelo de restaurantes de fast food sana y de cierta calidad, al estilo Chipotle en EEUU o Pret a Manger en el Reino Unido. Pero por ahora, en España eso ni existe.

Estudio completo en PDF

Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).

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