Arroz salvaje con guisantes, menta y butifarra de perol
Durante muchos años, los guisantes me parecieron el máximo ejemplo de aburrimiento vegetal. No eran para mí más que las bolitas verde parduzco de lata que te soportabas a duras penas en la ensaladilla rusa o los perdigones verde eléctrico congelados y después cocidos que te tocaban de castigo en el arroz a la cazuela o en el tres delicias de los chinos.
Hablo de días muy lejanos que se pierden en la noche de los tiempos, claro. De cuando no había probado aún un guisante decente, fresco, desgranado en casa y cocinado en el punto justo para no destruir su fino sabor. Desde que vivo en Barcelona, en cuyos mercados es relativamente fácil encontrarlos en esta época del año, son mi legumbre fresca favorita, en dura competencia, eso sí, con las habas. No suelen ser baratos, desde luego... pero tampoco hace falta zamparse 300 gramos. Su sola presencia como ingrediente segundario revive el plato más mustio.
En la receta de hoy hemos manejado el guisante un poco a la catalana, juntándolo con menta y butifarra de perol (si no encuentras esta última, piensa en salchichas, longaniza o en alguna morcilla de cebolla o puerro). El arroz salvaje es una base exótica / saludable que encaja a la perfección con el resto de los sabores, y que ya se puede encontrar en muchas tiendas y supermercados. Va rebajado con un poco de basmati para que no resulte demasiado agreste (de hecho, algunas marcas comercializan la mezcla ya preparada). El conjunto es un primero (¿o un segundo?) al que me declaro oficialmente enganchado.
Dificultad: Para estrellas de mar.
Ingredientes
Para 4 personas
- 200 gramos de arroz basmati
- 75 gramos de arroz salvaje
- 300 gramos de guisantes frescos pelados (un poco más del doble si los desgranas tú mismo)
- 1 cebolla morada grande (otro tipo de cebolla también sirve)
- 8 hojas de menta
- 1 butifarra de perol
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta negra
Instrucciones
Producción y asistencia psiquiátrica: Mònica Escudero.