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Premios Comidista 2013 a los lectores

¡Enhorabuena a los premiados! / DANI JIMÉNEZ
¡Enhorabuena a los premiados! / DANI JIMÉNEZ
Mikel López Iturriaga

El año se acaba, y llega la hora de las recapitulaciones y los premios. En vez de concedérselos a los de siempre, como se suele hacer en España, El Comidista inaugura este año unos galardones para sus mejores lectores. Es decir, los que con su creatividad, han hecho las aportaciones más brillantes, graciosas, bonitas, furiosas, malvadas, hirientes o perturbadas a través de los comentarios en el blog, la página de Facebook, Twitter o el mail. El objetivo es ofreceros la crème de la crème de la participación, esa cosa que para los que publicamos en internet muchas veces resulta útil; otras, divertida, y otras tan fastidiosa que te abrasa la sed de venganza, pero con la que debes convivir para bien o para mal. Sin más preámbulos, ladies and gentlemen, ¡comienza la gala de entrega de los Premios Comidista 2013!

Premio al ataque más conciso

El consultorio Aló Comidista siempre causa cierta confusión en los lectores no habituados a su tono digamos que... peculiar. De entre todos los indignados por mis borderías, la Academia del Comidismo ha seleccionado a Peñíscolo Dískolo por su gran poder de síntesis a la hora de arremeter contra mí: en el último Aló, en apenas tres líneas me llama garrulo, cejijunto, poco dotado y dado al postureo. Yo creo que me conoce en persona...

Peñískolo Dískolo: “¿Qué tal Mikel? Compruebo que a pesar de tu aparente apertura mental eres tan cerrado como tus cejas, negras y espesas. ¿Y sabes qué? Nunca la tendrás grande porque naciste shortdickman por muy guay que vayas”.

Pene
Pene


Un selfie que subí ayer a Instagram.

Premio 'I wanna be your perraka'

Los periodistas serios -e incluso los menos serios, como yo- intentamos pensar artículos interesantes, trabajárnoslos y escribirlos lo mejor posible. Sin embargo, la atención de los lectores se desvía a veces hacia lugares inesperados. Esto es lo que ocurrió en la entrada Catar insectos (y descubrir que están buenos), en la que la ex concursante de Masterchef Clara P. Villalón, el coautor del blog No Más - de Mamá Carlos Román, Mònica Escudero y yo probamos varios tipos de bichos en un restaurante mexicano de Barcelona.

Lolo: "Qué mono es Carlos Román, te pondrías perraka, Mikel, teniéndolo tan cerca...".

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Premio Nobel de la Paz y Príncipe de Asturias de la Concordia Juntos

Todos sabemos que el anonimato convierte Internet en un lugar donde los exaltados campan a sus anchas. Cada vez que en este blog se tratan temas polémicos, sobre todo si aluden a un grupo social minoritario (veganos, celíacos, adictos a la musculación, etcétera), entre los comentarios aprobatorios o críticos más o menos razonables surgen siempre los fanáticos que exigen ver mi cabeza plantada en una pica a lo Ed Stark. De entre todos ellos, el Comité de Expertos en Integrismo de El Comidista ha elegido como premiada a Clara, una vegana muy moderada a la que el artículo sobre un niño holandés al que su madre alimentaba sólo con vegetales crudos llevó a pedir la Solución Final para los omnívoros.

Clara: “Todos los carnacas deberían ser exterminados físicamente del planeta. Así tal cual lo digo. VEGAN POWER! RAW FREEDOM!”.

Wwe.com
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Él también era vegano. / SILVIE+MARIL

Premio al email que da sentido a todo

Como todas las profesiones, la de periodista/bloguero tiene sus momentos altos, sus momentos bajos y sus momentos en los que te gustaría que te abdujeran los extraterrestres o te pasara una manada de bisontes por encima para acabar con todo. Milagrosamente, en estos últimos (casi) siempre aparece algún ángel que, con un pequeño mensaje de apoyo, logra levantar tu alicaído ánimo. El premio al mail llegado en el momento justo que te reconcilia con la humanidad es para Leticia. Gracias, de verdad.

Leticia: "Buenas noches, Mikel / Comidista: Aunque tengo mis dudas y mis consultas (no descarto enviártelas en un futuro), hoy sólo te escribo para expresarte lo mucho que me gusta tu trabajo. Soy consciente de lo ingrato que llega a ser, porque Internet es un espacio abierto donde muchas, demasiadas, personas sueltan sus problemas y odios sin tener en cuenta que tienen en frente a otra persona igual que ellos. Bueno, por resumir: que muchas gracias no sólo por tus recetas, sino por tu sentido del humor y tus estupendos posts sobre cachivaches, despensas básicas de comidas de otro continente, restaurantes y... Bueno, por tu trabajo. Un cordial saludo".

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Premio Déficit Tarifario (patrocinado por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo)

El único galardón colectivo ex aequo de los Premios Comidista 2013 es para todos aquellos que, cada vez que una receta necesita horno, se mesan las barbas / tiran de los pelos por lo caros que están el gas y la luz. Primero: ya lo sabemos, y es una tomadura de pelo. Segundo: Los precios no los ponemos nosotros ni formamos parte del contubernio. Tercero: ¿Se habrán dado cuenta de que el horno tiene más de una bandeja? Pues bien, eso es porque se puede hacer más de una cosa a la vez. Si no juntas una torta de chorizo y cabrales y un delicado bizcocho a la mantequilla de violetas, todo irá bien.

Premio 'Lexatin' a la Comentarista Sensata pero Enfurecida

Hay gente que lleva bien esto de las críticas. Y hay quien lo lleva peor incluso que el criticado. Elena, una mujer que obviamente leyó demasiados comentarios a la entrada La paranoia antigluten, no pudo más, y arremetió contra las personas que vieron en el artículo un ataque hacia los celíacos que no estaba en el texto por ninguna parte. Por su mezcla de argumentos sensatos y furia exterminadora, merece este premio Lexatin.

Elena: "Cada día que leo los comentarios de este blog confirmo que la gente es TONTA. Este artículo no trivializa la enfermedad, está ironizando sobre los que trivializan la enfermedad. No se está riendo de los celíacos, está criticando a los que se creen que por no comer gluten estarán más sanos y como se aprovechan las grandes industrias para aumentar beneficios a costa de una moda, no por salud, ya que a muchos de estos productos les meten aditivos que son, para una persona no celíaca, mucho mas peligrosos. No sé para qué os metéis en un blog o periódico si no sabéis leer ni vuestro nombre".

Premio 'Hay Una Cosa Que Te Quiero Decir'

No tengo queja en cuanto a las muestras de cariño recibidas de mis lectores, que por lo general sois gente simpática y tratable. Claro que el cariño, a veces, puede ser un poco... excesivo. El Premio Hay Una Cosa Que Te Quiero Decir y No Me La Pienso Callar es para 23 Cm (En Reposo), un comentarista que se ha destacado por su fervor hacia mi figura durante todo el 2013. En la entrada Plan para el finde: We Pop dejó esta perla.

23 Cm (En Reposo): “Ay Mikel a ti sí que te comía yo... toda la colita, con salsa barbacoa. Y los huevitos a la rantxera, te chupaba hasta dejarte seco. Mariquita mía. Maleni de mis entretelas. Eres la maruja más tierna que ha parido madre. Maricón”.

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Premio al mejor diálogo

Una de las cosas más divertidas de El Comidista (y de tantos otros blogs) es leer los diálogos que se establecen entre los comentaristas. En demasiadas ocasiones degeneran en bronca, pero en otras alcanzan cumbres de la comedia que ya quisieran muchos guionistas. Elegir uno entre los cientos que ha habido este año ha resultado difícil, pero por su depurado surrealismo debemos reconocer el que establecieron Saraba, una madre crudivegana, y AgnesF, una tía con muy mala leche, como uno de los mejores.

Saraba: “Somos muchas la personas que vivimos esta experiencia en "silencio" y vemos el desarrollo de nuestros hijos de una forma diferente. Uno de los detalles que siempre nos llamo la atención es que la niñ@ desde pequeñ@ no tenia hiperactividad ni ningún tipo de violencia hacia ell@s mism@s u otros niños, mas entendía claramente esta actitud y se retiraba a observar y esperar [...] Hoy nuestr@ hij@ tiene 13 años y tiene herramientas para enfrentarse a un mundo donde reina la confusión y el miedo, donde ya no se sabe que es lo correcto o no, donde te dicen que matar es necesario y todos a regañadientes lo aceptamos, esto es la deformación de nuestra humanidad [...]”.

Agnes: “Saraba, ¿no sabes si tienes una hija o un hijo? ¿Es hermafrodita? En realidad, parece que hablas de una almorrana”.

Premio “Tu Receta Bien Pero Yo La Cambiaría de Arriba Abajo”

Muchas personas te dicen, con todo el derecho del mundo, que tu receta no les gusta. Otros te sugieren cambios que, con bastante frecuencia, mejoran lo que tú has publicado. Y después están los que dicen que sí, que vale, y acto seguido empiezan con que quitarían primero esto, luego harían lo otro, y luego lo de más allá, hasta que tus bizcocho de yogur queda transformado en unas patatas con chorizo. Por su arte a la hora de sugerir mutaciones en unas hamburguesas vegetarianas, el premio en este apartado es para Still, El Hombre que Siente el Aceite en su Cuerpo.

Still: “Yo de la receta lo que sacaría sería el huevo y todo producto derivado de la leche de vaca. Recién me hice unas hamburguesas de lenteja con tomate, ajo, pimienta, orégano y cebolla y salieron bien. No usé aceite, lo hice a la plancha, no sé si le pasa a otros pero en mi caso, suelo sentir el aceite en mi cuerpo y no es buena la sensación, así que por más que me guste tengo que evadirlo”.

Premio Especial “Estoy Ciclándome y No Entiendo La Diferencia Entre Periodista y Entrevistado”

El déficit de comprensión lectora es uno de los grandes dramas de la educación en España, tal como dictó el último informe PISA. Por mucho que te esfuerces en ser claro, siempre habrá alguien que cogerá el rábano por las hojas y te atribuirá palabras o ideas que tú no has expresado. Mis favoritos en este apartado son los cortimers que no diferencian entre el periodista que escribe y las personas que hacen declaraciones en el texto. Lo normal es que pongan en mi boca palabras que yo he atribuido a otros, pero también hay casos muy locos en los que la confusión se produce en sentido contrario. Esto es lo que le pasó a David, comentarista de la entrada La loca dieta de los locos del gimnasio, en la que yo entrevistaba a Alfonso Rivera, director de un documental sobre el tema.

David: “Señor Alfonso Rivera, despues de leer este articulo solo puedo llamarle ignorante, manipulador y espero quesea sancionado por engañar a los lectores y usar terminos como "dieta nazi", para proximos artículos le recomiendo que se informe de lo que escribe y si se hace llamar periodista intente realizar un trabajo real de periodismo sabiendo por lo menos de que habla”.

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¿Pero entonces lo escribió Alfonso o Rivera?

Premio Troll con Personalidad Múltiple

Es un honor conceder este importantísimo galardón a un comentarista permanentemente insatisfecho (aunque últimamente más conformista) llamado Pal. O Tallaets, ¡¡¡Aúpa!!! , Enserioenbroma, Sentido del humor, Guiri Salvaje, Don´t Feed the Trolls (1 y 2), Básico, Le Creuset, Pan y Tal, El tal., Cucurbis, Homopinión, Comida Políticamente Correcta, Histerias, tendencias sexuales-ideológicas de la morcilla, t, r, GregHouse y algunos otros nicks que provienen de la misma dirección IP.

Nuestro premiado ha afirmado varias veces, cuando le han acusado de ello, no tener ni idea de lo que significa “ser un troll” o “trolear”. Así, rapidito, trolear significa publicar repetidamente comentarios negativos contra los autores de un blog o las demás personas que comentan. Especialmente cuando se usan varios apodos diferentes en el mismo día dándose la razón (en su caso, hasta 12 comentarios diferentes en un día desde cuatro nicks), para avasallar a cualquiera que le llevara la contraria y provocar la sensación de que las masas le apoyan. Desde aquí agradecemos públicamente a esta persona con tanto tiempo libre el esfuerzo de animación, y le pedimos más, que si no nos aburrimos.

Enserioenbroma: "Han dicho por aquí que este es un blog de humor. Mentira. Solo hay que leer los comentarios del anterior post para entender la verdadera y arrogante mala leche que se tren el tal Mikel y la tal Mónica. Sus insultos contra sus lectores son reales. Lo que tienen son (1) seguidores masoquistas, a los que les excita el maltrato al que se someten, y (2) seguidores "voyeurs", a los que se les cae la baba el contemplar estas escenitas sado-maso".

Premio Poesía Eres Tú

El último premio del día es para esos mails que la gente te manda con todo su amor, pero que son, cómo decirlo sin herir sensibilidades... un poquito largos. El ganador es Santiago, un entusiasta del pan con mucha pluma que firmó este correo en el que cuenta de forma florida su receta para el pan. Si se os hace un poco pesado, os lo podéis saltar y llegar a los comentarios. ¡Que la carrera para los Premios Comidista del año que viene ha empezado ya!

Santiago: "Me tomo la libertad de compartir aquí contigo (porque sí), pidiéndote perdón de antemano puesto que no me lo has pedido, mi modus operandi para hacer pan en casa. A este protocolo le he dado el nombre de "Fahrenheit 451" y, la verdad, no hay que seguirlo al pie de la letra ("no hay que", en el sentido de que sería casi absurdo hacerlo):

Las ideas, para ser felices, te necesitan.

Requieren ser cuidadas y mimadas con paciente calor, con alma de panadero, día a día, como esa masa madre que renuevas todos los días, que habías creado divinamente, ser viviente generado a partir de lo casi inerte, mágica mezcla de cincuenta gramos de agua con dos cucharadas pequeñas de harina blanca de fuerza y otras dos cucharadas de harina de centeno, a los que habías agregado dos cucharaditas de pasas y dos cucharaditas de yogur natural, removiendo todo y cerrando bien el tarro de medio litro de capacidad, iniciando así el paciente proceso creativo.

Jugando con el tiempo.

Ese fue el puro inicio, sencillo como tu alma, natural como tu pálpito. Esperaste todo un día, y alimentaste ese germen con otros cincuenta gramos de agua, dos cucharaditas de harina blanca y dos más de harina de centeno. Aún más alimento el tercer día, ya que añadiste cien gramos de agua, cuatro cucharaditas de harina blanca y cuatro más de harina de centeno. El cuarto día desechaste casi toda la mezcla que, al abrir el tarro, comenzaba a dejar ir una nota de acidez, un sutil aroma de fermento, un hálito vital previamente inexistente. Una sospecha de vida generada, mientras al resto de la mezcla que no habías desechado agregaste otros cien gramos de agua y ciento veinticinco gramos de harina blanca de fuerza.

Removiste con decisión y tapaste bien el tarro hasta el siguiente día. Al abrirlo de nuevo, el fermento era ya evidente, tu corazón latía algo más rápido, tenías entre tus manos vida nueva, de la que eras el verdadero creador. Desechaste de nuevo tres cuartas partes del fermento y repetiste los pasos del día anterior. Tapaste finalmente el tarro, sabiendo que el día siguiente sería el gran primer día.

El alba aún no inicia su primer latido, y mientras el frescor de la noche que va perdiendo negrura todavía te envuelve protectora en sus plumas de quetzal sueñas, o quizás sueñas que sueñas, con tu masa madre. Sueñas que sueñas ajustarte tu delantal rojo, para que así destaque el blanco que, travieso, escapa de los quinientos gramos de harina de trigo, harina de fuerza, que pesas en tu indecisa balanza de cocina. Tomas doscientos gramos de masa madre, fermento lleno de vida y aromas de acidez lactobacílica y saccharomicética, los disuelves en trescientos gramos de agua, con mucho cuidado y completamente. Añades la harina y doce gramos de sal. Aquí sabes que ya no sueñas, reconoces que tus manos, que de sueños no entienden, toman la iniciativa, se untan y penetran con sus dedos en la masa, giran, voltean, palpan, una y otra vez, durante al menos cinco minutos. Cubres el cuenco con un paño húmedo.

En ese momento, el sol ya ha roto la noche, de tiernos sueños, y sus rayos empiezan a transmitir su calor vital a la sala, reptando poco a poco hasta la cocina. Momento para hacer que suene el Triple Concerto, mientras el café Lavazza chufchufea en la cafetera e inunda con su intenso aroma toda la casa. Quieres creer estar en Piazza Sant’Eustachio, tomando el delicioso café del homónimo romano Caffè. Pero eso sí que es un sueño imposible: La lista de la compra se va escribiendo ella sola sobre cualquier trozo de papel, preferiblemente el dorso de uno de los innumerables sobres del banco sin abrir que se amontonan junto al escritorio. Careces por completo del control de tu correspondencia, en particular la bancaria, o de tus obligaciones domésticas. Lo sabes y lo consientes. Es un verdadero milagro que, al final del día, la casa no parezca un establo.

Bonito del Norte, gambas de Palamós, carne gallega, cebolletas de Lérida, tomates del Ampurdán, naranjas de Valencia, alcachofas del Prat. Calabacín, puerros, lechuga “trocadero”, cerezas del Jerte. Queso Gorgonzola, burrata campana, ahumado de Mahón. Tomates secos bajo aceite, aceitunas griegas y manzanilla.

Han pasado cinco horas, minuto más, minuto menos. Cinco horas leudando, y, antes de alzar el paño húmedo, llenas una copa con tinto Abadía Retuerta, lo giras ampliamente para airearlo, introduces en la copa toda la longitud de tu nariz, aspiras el aroma, y sorbes el vino calmadamente, a sorbos pequeños, cerrando los labios como el cierre de una bolsa sobre el borde de la copa, chascando la lengua contra el paladar antes de pasar el preciado líquido por la garganta, mientras tu olfato se confunde con tu sentido del gusto, el tacto de la botella y la copa y la visión del intenso color cereza que había penetrado y condicionado previamente tu cerebro, en sinestésica experiencia.

La masa ha leudado hasta casi el triple de su volumen original, es casi un monstruo que gustosamente vas a domar. La levantas con ambas manos, y la extiendes sobre la superficie de mármol que previamente habías untado con aceite virgen. La amasas suavemente, casi sensualmente, tres, cinco, siete veces, sin presionar demasiado, para sólo expulsar el exceso de dióxido de carbono que tus gérmenes vivos han acumulado mientras crecían y mientras tú comprabas productos del huerto catalán. Deseas seguir amasando: el tacto y la textura se aproximan cada vez más a los de jóvenes senos de mujer. ¿Quieres pan? Afirmativo. Devuelves la masa al cuenco, cubriéndolo de nuevo con el paño nuevamente humedecido. Dos horas más leudando.

Leyendo a Leonardo Sciascia, leyendo “Gli Zii di Sicilia”, desempolvando tu destartalado italiano, rememorando la Historia, sintiendo Sicilia, sintiendo tu propio pasado. La Guerra Mundial, la postguerra italiana, la mafia inexistente que todo lo permea, lo extraordinario narrado como ordinario. El crimen de Estado explicado en su dimensión más rural y casi doméstica.

La sensual masa ha crecido de nuevo al doble de su volumen, la vuelves a sacar de su nicho y la amasas de nuevo sobre el mármol untado de aceite, sí, virgen, o más bien simplemente la doblas, dándola forma de “bâtard”, y la colocas en un canastillo de forma oblonga protegida con un paño espolvoreado con harina. Sabes que sólo estará allí una hora más. Sabes que seguirás leyendo a Sciascia. Sabes que todos los grandes escritores que has amado y que has leído han ido muriendo. Sabes que sólo te queda leer el pasado. Sabes que ese pasado se convierte en tuyo tras esa lectura de conceptos ideas emociones hechos hechas palabra por ellos, para ti. Sabes que media hora después de haber dado forma de “bâtard” debes de colocar una taza de agua en la bandeja superior del horno, y encenderlo.

Y ajustas la temperatura del horno a 232.7 grados Celsius. O, dicho de otro modo, 451 grados Fahrenheit.

Y media hora después volteas la masa en “bâtard” sobre papel cocina que has colocado sobre la bandeja del horno, que introduces en el horno caliente. Que dejas hornear durante treinta y cinco minutos.

A 451 Fahrenheit. O quizás a 450. Grado más, grado menos, es lo menos importante de todo este proceso vital.

Cuando leas la narrativa de Sciascia, o la poesía de Cernuda, o la Historia del Pensamiento de Mosterín, cuando pienses en todo lo que te rodea con intensidad, con emoción, con honestidad. Cuando, levantando la vista de tu libro, veas la puesta de sol y corras a fotografiarla para no dejar escapar ese momento, cuando hayas hecho cientos, miles de fotografías únicas desde ese mismo lugar, desde esa misma ventana, esa misma puesta de sol. Cuando tu anhelo esté al otro lado del mundo, en otro tiempo, en otra dimensión. Cuando sientas llegado ese momento, toma tu pan, corta con cuidado una rebanada, úntala con aceite de oliva, sí, virgen, y cómela, saboreándola poco a poco, como quien come un pedazo de alma".

Documentación: Mònica Escudero.

Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).

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