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Receta invitada: tartaletas de verduras y queso

 Las tartaletas-albondiguillas y primera comida en el balcón del año / EL COMIDISTA
Las tartaletas-albondiguillas y primera comida en el balcón del año / EL COMIDISTA

Plis, plas, hoy es jueves y tenemos una receta invitada más. La de hoy viene propuesta por Gemma Wayaiu, una chica con un blog que tiene un conejo blanco –como el de la Alicia de Lewis Carrol, pero el suyo hace sudokus– por mascota y un gato negro que podría ser el hermano gemelo del mío. Recordad que vosotros también podéis mandar vuestras recetas a recetascomidista(arroba)gmail.com, y nosotros las prepararemos, fotografiaremos y publicaremos para que podáis presumir de talento cocinillas delante de vuestros amigos (y todavía más, de vuestros enemigos).

En el blog de Gemma, además de recetas bastante sencillas pero muy resultonas, podemos encontrar consejos de belleza, decoración y todas esas cosas que gustan y preocupan a las chicas contemporáneas. Debo decir que, aunque lo más craftie que he hecho en mi vida ha sido montar un mueble de Ikea sin que me sobraran piezas, algunas de sus propuestas –como esta decoración con ramas y bolitas de fieltro, y el pequeño jardín de suculentas que la acompañan– me han dado ganas de ponerme a ello.

Aquí podéis encontrar la receta original, que he toqueteado un poquito por varias razones. Primero, porque me pareció que la cantidad de pan rallado y queso que proponía Gemma podía dejar las tartaletas un poco pelotoff, y las prefería un poco más ligeras. Segundo, porque me pareció que dorando antes la cebolla se conseguiría un extra de sabor, y tercero porque las pasas y el gorgonzola le alegran el día a cualquiera.

El problema de toquetear así la masa es que el resultado es menos compacto, así que hace falta un molde que no haya combatido en la batalla del Ebro –como el que yo usé– y esperar a que se enfríen, o tendréis problemas para desmoldarlas (como los que yo tuve). Aparte de eso, estaban deliciosas: suaves, ligeras, un poco picantes por el gorgonzola y un poco dulces por las pasas. Gemma dice que son una buena manera de introducir las verduras en la dieta de los que "no son tan fans de las cosas verdes cocinadas" –cita literal de mi hijo mayor de hará un par de años, por suerte se le ha pasado– y estoy totalmente de acuerdo con ella. Acompañadas de una ensalada de tomate, fueron una cena perfecta.

Dificultad: Para conejos blancos que tienen prisa.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 2 calabacines
  • 2 zanahorias
  • Una cebolla grande
  • Un huevo
  • 2 cucharadas de pasas
  • Una cucharada de piñones
  • 1/4 de cucharada de pimentón rojo (dulce o picante)
  • 2 cucharadas de pan rallado (casero)
  • 50 gramos de queso rallado cremoso (tipo gouda)
  • 80 gramos de gorgonzola
  • Sal
  • Pimienta
  • Aceite de oliva virgen extra

Instrucciones

1.
Picar o rallar con un rallador grueso los calabacines, salarlos y poner en un colador para que eliminen parte de su agua. Tiempo aproximado: 60 minutos.
2.
Mientras, tostar los piñones en una sartén sin aceite. Picar la cebolla en dados medianos y dorarla en un poco de aceite de oliva. Rallar o picar la zanahoria igual que el calabacín.
3.
Escurrir bien el calabacín apretando con las manos, y mezclar con el huevo, la cebolla, el pan rallado, las pasas, los piñones, las especias y el queso rallado. Llenar con la mezcla unos moldes de silicona o metal (de los de hacer magdalenas o muffins, a mí me salieron 12) untados en aceite de oliva, cubrir con un poco de gorgonzola y llevar al horno precalentado a 180 grados. Tiempo aproximado: 25 minutos.
4.
Servir solos o acompañados de una ensalada.

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