Polenta con limón y rúcula
Si le pones vegetales y cítricos para darle un punto de frescor, la polenta puede ser perfectamente un plato de verano. Lo del parmesano es menos de temporada, pero es imposible negarse a sus encantos.
¿Polenta? Sí. ¿En verano? Sí. ¿En serio? Sí. ¿Estás de coña? No. Es un plato contundente, desde luego, pero con los ingredientes adecuados, servido a la temperatura idónea y, sobre todo, con las cantidades exactas –es decir, sin pasarte, que al fin y al cabo es sémola de maíz y eso llena que da gusto–, puede ser una receta completamente válida para este momento del año. A mí me gusta la piel de limón casi tanto como las películas de Batman de Tim Burton, pero apostaría un dedo meñique a que la piel de otro cítrico, el jengibre fresco o, por qué no, un poco de apio picado funcionarían igual de bien en su lugar.
Si la rúcula no te hace tilín, se puede sustituir por otra hoja verde de sabor intenso, como canónigos o berros. Si sigues sin verlo del todo claro, mete en su lugar una mezcla de aromáticos (hojas enteras de perejil y albahaca) con un buen tomate picado. Ahí es ná. Lo que sí es importante tener presente al comprar la polenta es que hay una que ya viene precocida –la que he usado en esta receta– y otra que no. Esta última tarda un poco más en hacerse, pero el resultado final será prácticamente el mismo.
Dificultad: Para exconcursantes de Supervivientes.
Ingredientes
Para 4 personas
- 160-180 g de polenta precocida
- 400 ml de agua
- 250 ml de leche
- 4 puñados de rúcula
- La piel de un limón
- Lascas de parmesano para decorar
- Sal
- Pimienta
- Aceite de oliva virgen extra
Instrucciones
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