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Tarta de manzana a la americana

¡Por fin llega el frío y el tiempo de taparse las lorzas! Aprovechemos pues para abrigarnos el estómago y comer tarta sin remordimientos.

Lorcitas del futuro con capa crunchi-crunchi.
Lorcitas del futuro con capa crunchi-crunchi.ANA VEGA 'BISCAYENNE'

Después de un sofocante veranillo de San Martín y varias olas de calor subtropical en pleno noviembre, los amantes de la camiseta interior y la lorza bien tapada suspiramos para que llegue el frío. Ese rico fresquíbiris que da ganas de encender el horno, sacar la batamanta y despreocuparte de las calorías hasta mediados de junio. Bienvenidos sean los cocidos contundentes, los cucuruchos de castañas y la grasa corporal como aislante contra los rigores invernales.

Parte metereológico mediante, es hora de hacer realidad nuestros deseos culinarios más otoñales: cocidos de cuchara espesa, guisos de setas o caza y postres engordantes. Lo que los anglosajones llaman comfort food, tan específicos ellos, y nosotros “comida caliente que da gustirrinín y requiere siesta con pijama”. Uno de esos platos reconfortantes y con regusto sentimental es la tarta de manzana. Da igual que sea a lo tatin, en bizcocho o la mítica de hojaldre con mermelada de albaricoque por encima; todo el mundo guarda un recuerdo especial de una versión concreta. Como aquí en El Comidista no podemos competir con la tarta de manzana que hacía tu abuela Maripuri o la que comiste en tal o cual restaurante 20 años atrás, traemos una interpretación no nueva, pero sí menos vista por estos lares.

La tarta de manzana de doble capa es uno de los iconos estadounidenses más reconocibles, grabado en nuestra memoria a base de ver al Oso Yogi zampando en el parque Yellowstone, o más recientemente y de manera más lúbrica en la famosa escena de la película American Pie. Lleva una generosa ración de especias que te imbuye automáticamente de síndrome pre-navideño y además el apellido de "a la americana” tiene un retintín de receta viejuna que nos encanta, igual que sus parientes el pollo, la langosta y el rape a la ídem.

Lo mismo os vale si vais a celebrar Acción de Gracias el cuarto jueves de noviembre que si sois unos vacaburros sin remedio. Eso sí, tened paciencia porque ésta es una receta de nivel semi-avanzado para los que se limitan a los jetapostres: no es difícil pero sí un poco laboriosa. En caso de que seáis unos nulos o vagos sin remedio, podéis perfectamente usar masa quebrada (que sí, es lo mismo que pasta brisa) comprada e incluso optar por cerrar completamente la parte superior con la masa en vez de hacer el enrejado. Si os animáis con las manualidades, aquí tenéis un tutorial en vídeo para que os quede con aspecto auténtico y además ganaréis la insignia PA, progresa-adecuadamente.

¡Importante! Las cantidades están pensadas para un molde redondo de tarta de 22 cm de diámetro en fondo. Si el vuestro es más grande necesitaréis más masa para cubrirlo todo. En cuanto al tipo de manzanas apropiadas, yo usé unas reinetas. Esta variedad es dulce y sabrosa pero tiende a quedar un poco blanda, si os tira una textura más firme o un gusto más ácido, elegid unas Granny Smith reajustando la cantidad de azúcar, o mezclad varios tipos. Las especias son opcionales, y se pueden sustituir según vuestro gusto por pimienta de jamaica, clavo o cardamomo.

Dificultad: Versión A, para cocinillas comprometidos. Versión B, para principiantes en clase de diversificación.

Ingredientes

Para unas 6 personas

Masa quebrada

  • 310 g de harina de trigo
  • 150 g de mantequilla fría
  • 12 g de azúcar (1 cucharada)
  • 5 g de sal (1 cucharadita)
  • 90 ml de agua helada

Relleno

  • 1 kg de manzanas
  • 1 cucharada de zumo de limón
  • 100 g azúcar
  • 16 g de almidón de maíz o Maizena
  • 1/2 cucharadita de canela
  • 1/2 cucharadita de nuez moscada rallada o en polvo
  • 1 clara de huevo
  • Azúcar con canela para adornar

Instrucciones

1.
(Si se usa la masa comprada, pasar directamente al punto 4). Cortar la mantequilla en cubos de unos 15 mm de lado y guardarla en la nevera unos 10 minutos para que se enfríe de nuevo. Medir el agua y reservarla en el congelador hasta que se necesite.
2.
En un bol grande, mezclar la harina, el azúcar y la sal. Agregar la mantequilla fría en dados y con los dedos, ir desmigándola suavemente hasta obtener una masa terrosa con grumos del tamaño de pequeños guisantes. Añadir el agua helada poco a poco, mezclando bien tras cada adición pero sin amasar. El resultado tiene que ser una masa que se pueda compactar sin ser pegajosa.
3.
Dividir la pasta en dos. Pasar cada parte a una superficie enharinada y amalgamarla suavemente hasta conseguir dos bolas más o menos homogéneas. Aplastarlas en forma de disco y guardarlas por separado bien tapadas en el frigorífico.
4.
Pelar, descorazonar y cortar en gajos no muy gordos las manzanas. Regarlas con el zumo de limón.
5.
Aparte, mezclar el azúcar, el almidón y las especias. Agregar a las manzanas y remover bien.
6.
Precalentar el horno a 220 Cº con calor arriba y abajo.
7.
Sacar uno de los discos de masa y estirarlo con el rodillo sobre una superficie ligeramente enharinada o entre dos papeles de horno hasta conseguir un círculo 4 cm mayor que el diámetro del molde. Colocarlo sobre el fondo de éste y pincelar los bordes con clara de huevo.
8.
Rellenar con las manzanas.
9.
Estirar el otro disco de masa hasta el mismo tamaño que el anterior y colocarlo encima de la tarta, o cortar tiras de 2 cm de anchura con un cortapizzas para hacer el enrejado. Si se opta por cubrir la tarta completamente, hacer con un cuchillo tres o cuatro cortes en la masa para que sirvan de ventilación.
10.
Sellar los bordes de la masa inferior y superior, apretando con los dedos o con la ayuda de un tenedor. Pincelar la superficie con clara de huevo y espolvorear con azúcar y canela.
11.
Meter la tarta dentro del horno en el tercio inferior, para que no se queme la parte de arriba. A los 20 minutos, bajar la temperatura a 190 Cº y cocerla media hora más, o hasta que la costra esté dorada y las manzanas suelten jugo.
12.
Sacar la tarta y dejar enfriar al menos una hora antes de comerla. Completamente fría será más fácil de cortar y el relleno estará más firme.

¿Has intentado hacer esta receta u otras de El Comidista, y no te han salido bien? Quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com

DATOS ÚTILES PARA EL POSTUREO DE SOBREMESA

La receta más antigua de tarta de manzana aparece en el recetario inglés ‘The Forme of Cury’, escrito por los cocineros del rey Ricardo II en torno a 1390. Entonces las tartas no llevaban azúcar por ser un ingrediente extremadamente caro, y se elaboraban dentro de una masa llamada “sarcófago” que servía de recipiente y tartera para llevar pero que no se comía.

A principios del siglo XVII, las recetas de tarta de manzana ya se parecían bastante a las actuales, y fueron uno de los postres básicos en la primeras colonias británicas de Nueva Inglaterra. Allí se plantaron los primeros manzanos americanos en 1625, que doscientos años después daban 14000 variedades distintas. La manzana fue uno de los alimentos clave de la conquista del Oeste, ya que se podía secar, transportar y almacenar, elaborando a partir de ella platos salados, dulces, vinagre, licor y sidra. Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados estadounidenses decían luchar “por mamá y por la tarta de manzana”, de ahí viene la expresión “as American as apple pie”, (tan americano como la tarta de manzana) que demuestra el aprecio e identificación que sienten los EEUU hacia este postre.

En España también somos antiguos admiradores de este postre. El escritor Juan Pérez Zúñiga, en su recetario humorístico ‘Cocina cómica’ de 1897 declara: “La tarta de manzana constituye un postre muy estimable y su invención data de los tiempos más remotos. Como que hay quien dice que la fruta prohibida fue devorada, no al natural, sino con forma de tarta, por nuestra madre Eva”.

Amén.

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