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Polvorones de almendra y cacao

Para los que ya tienen la lista de villancicos preparada, nada mejor que sacar el espumillón e ir haciendo pruebas de polvorones caseros. Perfectos para regalar y quedar como un Rey Mago.

De cacao o de almendra a secas, lo más difícil es hacer el envoltorio.
De cacao o de almendra a secas, lo más difícil es hacer el envoltorio. ANA VEGA 'BISCAYENNE'

Hace tiempo participé en un programa de televisión donde se preguntaba a la gente qué diferencia hay entre polvorones y mantecados, llegando a la conclusión de que nadie tiene ni pajolera idea acerca de un tema importantísimo para la supervivencia humana o la conquista del Trivial. Todos sabemos que lo vital es saber mascullar “Pamplona” con dos polvorones en la boca, pero si no vais a poder vivir con la duda y tenéis el culo torcido de ansiedad, os aclaro el tema: los polvorones son un tipo de mantecado, y siempre llevan almendra en su composición.

Dicho esto y con un hipotético quesito de Trivial ganado, los polvorones son uno de nuestros dulces navideños más típicos. O lo eran, porque ahora los pobres quedan rezagados en la bandeja de peladillas y turrón duro hasta el 15 de enero. Concedamos un minuto de silencio a esas cajas de mantecados surtidos que se vendían para el viaje de estudios, de las que impepinablemente se comían primero los de chocolate, luego los de limón, después los normales, y al final (si acaso, por caridad) los roscos de vino.

Pero yo sé que sigue habiendo grandes amantes de los polvorones ahí fuera, que se frotan las manos al ver que el resto de su familia los desprecia. Ellos se lo pierden, porque un polvorón bien hecho es teta y ambrosía. Son insultantemente fáciles de pergeñar en casa con altos niveles de satisfacción, y vienen niquelados para regalarlos en una cajita medio mona que apañéis por ahí e ir de espléndidos por la vida.

Tan sólo llevan harina, azúcar, almendra y ese elemento tan denostado en la cocina de hoy en día que es la manteca de cerdo. Antes de que digáis que la manteca es una cochinada, una gochada y una cerdada, quietos paraos. Efectivamente, lo es y a mucha honra. Uno de los productos del cerdo más versátiles y sin la que nuestros antepasados hubieran pasado mucho frío en invierno, ya que servía para cocinar, conservar e incluso para alumbrar.

Muchos libros de cocina españoles hasta principios del siglo XX mandaban usar la manteca de cerdo igual que el aceite de oliva hoy en día, sobre todo los editados de Madrid para arriba por ser regiones pobres en olivos. Así que no os pongáis remilgados, que la navideña tampoco es época de contar calorías.

Soy de esas personas tan, tan de pueblo que suelo tener manteca casera, pero aunque seáis urbanitas –pobretes– también podréis encontrar manteca en vuestros supermercados, algunas incluso de cerdo ibérico. Suena un poco raro pero no os asustéis si al usarla os huele el asunto un poco a jamón: al hornear los polvorones el olor desaparecerá y sólo quedará el aroma beatífico aroma de la canela y la paz en el mundo.

Si os empeñáis, se pueden hacer también con mantequilla, pero el resultado será muy diferente porque la mantequilla aporta sabor propio y la manteca de cerdo no. Como extra y buena acción del día, os incluyo en las instrucciones la opción de tunear los polvorones con cacao para conseguir ídem de chocolate. Se puede prescindir de la canela o incluir otros aromatizantes como anís en grano o piel de limón rallada, e incluso cambiar el fruto seco base por avellanas o nueces trituradas y la harina de trigo por maíz, una buena opción para intolerantes al gluten.

La receta es muy sencilla, tanto que puede tener entretenidos a los enanos y hacer que dejen de pedir cosas del catálogo de juguetes. En especial les encantará hacer sus propios envoltorios, que se apañan con papel de seda en rectángulos de 15 por 20 centímetros. Si queréis rizar el rizo cortáis los extremos en tiritas y los envolvéis como un caramelo, pero si lo vuestro no es la papiroflexia siempre podéis adquirir los papeles ya preparados. Más fácil imposible.

Dificultad: Pero mira cómo beben los peces en el río.

Ingredientes

Para unos 20 polvorones:

  • 300 g de harina de trigo
  • 150 g de manteca de cerdo a temperatura ambiente
  • 100 g de azúcar glas
  • 100 g de almendra molida
  • 30 g de almendra en trozos (opcional)
  • 40 g de cacao en polvo (opcional)
  • 1 cucharadita de canela
  • de azúcar glas para decorar
  • de semillas de sésamo o ajonjolí para decorar

Instrucciones

1.
Es fundamental tostar la harina para secarla, extendiéndola en una bandeja del horno a 100 ºC y removiendo de vez en cuando, o en una sartén a fuego medio-bajo. Estará lista cuando adquiera un color hueso y emane un leve olor a tostado. Dejar enfriar completamente y tamizar para eliminar los grumos.
2.
Tostar la almendra de igual manera que la harina y dejarla enfriar.
3.
Mezclar la harina y la almendra tostadas en un cuenco o recipiente grande donde se puedan trabajar con comodidad. Hacer un hueco en el medio y añadir el azúcar, la canela y la manteca. Opcionalmente, agregar almendra en trozos para conseguir una textura más crujiente o cacao en polvo.
4.
Trabajar con las manos limpias al menos cinco minutos, hasta conseguir una masa amalgamada parecida a la plastilina.
5.
Hacer una bola, envolverla bien y guardar en la nevera una hora para que se enfríe.
6.
Encender el horno a 180 ºC y preparar una bandeja cubierta con papel de horno o silicona antiadherente.
7.
Sacar la masa de la nevera y estirarla con un rodillo hasta conseguir que tenga el grosor de un dedo. Cortar las piezas con un molde o un vaso pequeño. Alternativamente, y si no hay una herramienta de corte a mano, hacer bolitas del tamaño de una nuez y aplastarlas con los dedos.
8.
Colocar los polvorones sobre la bandeja no muy separados (no crecen) y opcionalmente espolvorear por encima con ajonjolí.
9.
Cocer en el horno 10 minutos.
10.
Sacar la bandeja sin tocar los polvorones, porque serán muy frágiles y al contacto queman. Espolvorear con azúcar glas, dejar enfriar completamente antes de comer, envolver o guardar y disfrutarlos.

Nota de la Defensora del Cocinero: ante alguna queja recibida en mi gabinete sobre el tiempo de horneado y la revelación de ciertos misterios sobre el horno de Ana Vega, recomiendo tomar los 10 minutos de horneado como orientativos, comprobar el estado de los polvorones y alargar la cocción entre 5 y 10 minutos más si es necesario.

¿Has tenido problemas preparando esta receta o cualquier otra de El Comidista? Escribe a la Defensora del Cocinero: defensoracomidista@gmail.com

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