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ESPAÑA CAÑÍ

From lost to the carta: las peores traducciones de menús

Los errores de traducción de las cartas generan momentos tragicómicos como el pulpo 'to the party' (a feira) o el pescado 'in nautical fashion' (a la marinera). ¿Quién 'the hell' las escribe?

¿La carta peor traducida de la historia?
¿La carta peor traducida de la historia?MICROSIERVOS

Traduttore, traditore, dice el proverbio italiano. Traduttore, criminale, diría yo tras leer algunas cartas de restaurantes, porque más que traicionar, sus traducciones asesinan lenguas y generan cadenas de palabras tan incomprensibles como absurdas.

Quien haya comido alguna vez en restaurantes turísticos, generalmente de bajo perfil, se habrá encontrado a buen seguro con disparates con los que reírse un rato. La mayoría se producen del castellano al inglés: un pescado a la plancha puede convertirse con facilidad en un fish to the iron que lleve al angloparlante a preguntarse por qué echamos hierro ('acero' en la versión original, ya nos hemos azotado por ello y agradecemos a Guillermo Vicente la corrección) a las sardinas, mientras que unos pimientos con bonito reinterpretado como peppers with beautiful le pueden dejar picueto un mes. Las lenguas cooficiales tampoco están a salvo del desastre, con pulpos a feira transformados en fiesteros octopusses to the party y algún que otro mató con miel reinterpretado en clave de homicidio como killed with honey.

Lo primero que cabe preguntarse es quién c****** hace las traducciones de las cartas de los restaurantes. “Hay de todo”, explica Luis Rodríguez, de la agencia de traducción Okodia. “Unos copian lo que dice el traductor automático, otros lo envían al primo que estuvo de Erasmus, y otros lo piden a agencias o traductores profesionales. Por suerte estamos notando que se están pidiendo cada vez más de estas últimas”. Algo parecido expone Óscar Nogueras, de OnTranslation: “Desgraciadamente, un alto porcentaje de restaurantes optan por la vía fácil: Google Translate o el cuñado versado en lenguas y culturas del mundo, con resultados desastrosos. Sin embargo, cada vez son más los restaurantes y hoteles que apuestan por la calidad y se lo encargan a expertos en traducciones gastronómicas”.

Lo que ahuyenta a los pequeños restaurantes de las traducciones profesionales suele ser el coste, de entre 30 y 50 euros para una carta estándar. “Muchas veces el empresario no se da cuenta de que eso es lo equivalente a tres o cuatro menús, y que es una mínima inversión que facilita llegar a un público más amplio”, asegura Luis Rodríguez. Una carta mal traducida suele incitar a la risa, y difícilmente hundirá a un bar o restaurante sin pretensiones si su comida es buena. Ahora bien, tiene su impacto si el local aspira a algo más. Tal como afirma Óscar Nogueras, “influye en un factor muy importante para el éxito del negocio: la primera impresión que se lleva el cliente”.

Nogueras recuerda maravillosas traducciones vistas en chinos, como el cangrejo que en vez de crab es crap (“mierda”) o el “panecillo relleno de chino”, gran reclamo para cualquier caníbal aficionado a la cocina oriental. Pero el lost in translation hostelero se produce en restaurantes de todo tipo. Ben Holbrook, periodista británico afincado en Barcelona y autor del blog Driftwood Journals, afirma que siempre ve errores en las cartas. “De hecho, me decepciono un poco si no encuentro ninguno. Hay algunos muy buenos como los untidy eggs and ham (literalmente, “huevos desordenados con jamón”) o los drunk chickens (“pollo borracha”). O las strawberries with scum (fresas con escoria), que no sé muy bien a qué se refieren”.

Me da la sensación de que los reporteros anglosajones disfrutan como enanos cada vez que se encuentran con estos desmadres idiomáticos. Fiona Dunlop, periodista inglesa, especialista en gastronomía y viajes, recuerda haberse reído un rato con unos tentáculos de calamar traducidos como squid testicles, un cochinillo asado como piglet spit (escupitajo de cerdito) y un pescado a la marinera como fish in nautical fashion. Como Holbrook, la colaboradora del National Geographic ve algo entrañable en los fallos, que incluso pueden tener algo positivo. “En un local caro esperas una traducción correcta”, señala, “mientras que en un local pequeño, con encanto, en el que no esperan a muchos turistas, los errores lo hacen más auténtico”.

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Documentación: Xavi Sorinas.

Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).

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