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Trucos para fingir que sabes de vino

Si los expertos en vino te rodean y quieres convertirte en uno de ellos sin tener que hacer un master en cata, lee nuestra lista: convalida la degustación de unas 200 botellas. Pero no toña, claro.

Estos gatos han leído nuestra guía
Estos gatos han leído nuestra guíaWIKIMEDIA

Existen. Están cerca. Todos conocemos alguno. Son los expertos que siempre reclaman el derecho a escoger el vino cuando vais a cenar “porque ellos saben más”, los que luego lo prueban poniendo cara de estar descifrando el universo y que hablan de riesling y gewürztraminer como si en lugar de tipos de uva fueran sus compañeros de instituto. Son los que saben de vino, esa raza aparte que no desaprovecha ni una ocasión de dejarte claro que ellos juegan en la liga de los profesionales, y que tú como mucho podrás optar a llevarles el sacacorchos (si te portas bien).

Si siempre has querido ser uno de ellos, pero no te da la vida para subirte a esa montaña de conocimiento, sigue los consejos que te damos a continuación: si lo haces con convicción, todo el mundo te tomará por uno de los Elegidos. Si no, te servirá para desenmascarar a más de uno (o, en última instancia, para echarte unas risas). Para elaborar esta guía he pedido ayuda a mis compañeros Mikel López Iturriaga y Jordi Luque -que me consta alguna que otra botella han probado en su vida- y a Pascual Drake, que sabe de esto de verdad pero igualmente se ha dignado a colaborar con los simples mortales. Muchas gracias a todos: os debo una copa.

No bebas, degusta

Cuando pruebes un vino, haz todo el ritual de mirar a través, agitar la copa para ver la lágrima -la lágrima que más conoces es la de la rumba de Peret, concretamente de bailarla en el pueblo ciego de clarete a granel, pero eso aquí no lo sabe nadie-, oler, traguito, cara de concentración. Aunque no sepas distinguir un Don Simón de un barolo: que no decaiga.

Pero con contención

Aunque hayas visto que los profesionales de la cata pasean el vino por la boca para notar sus matices, córtate un poco con eso. A lo mejor a ti te parece que se te vé muy convincente, pero el resto de la mesa no tendrá muy claro si haces gárgaras o has sido poseído por una grulla perturbada.

Di que tú eso ya lo conoces

Cuando un sumiller te proponga un vino que no has probado nunca, responde "ese me entusiasma". El sumiller te dirá “excelente elección” -seguramente pensará que vas de farol, pero tienes la suerte de que ser educado forma parte de su trabajo- y el resto de la mesa se quedará arrobado por tu mundo y tu conocimiento vinícola.

Normaliza el tapón de rosca

Si te sirven un vino con tapón de rosca, no te horrorices. En lugar de eso, afirma que en Francia es lo más normal y que es perfecto para los vinos jóvenes. Esto no lo decimos nosotros, lo dice Pascual Drake, que sabe de vinos de verdad.

Mi vino favorito
Mi vino favoritoHUMAN

Nunca pidas el vino más caro de la carta

Si lo haces, no solo te dejarás una pasta sino que además no quedarás como un entendido. Pedir el vino más caro pensando que es el mejor es demasiado evidente, y además es posible que su precio esté disparado, por una cuestión de demanda o de popularidad de la DO, más que por su calidad. Los autores del libro Wine Follie, Madeline Puckett y Justin Hammack, van más allá y recomiendan pedir directamente el más barato.

Di cosas en francés

No digas que el vino huele, sino que tiene ‘bouquet’. ¿Añada del vino? Nah, mejor ‘millésime’. Dicen que si pronuncias 'terroir' con, naturalidad absoluta, mucho acento y sin que se te escape la risa te convalidan una estancia de dos años en un ‘chateau’ de Burdeos, aunque no sepas ni situarlo en el mapa. Aquí va una lista-diccionario que te puede ayudar con esto. Si también dices ‘retrogusto’, te doblan la puntuación.

Finge que conoces las añadas

Sin venir a cuento, cuando alguien mencione una fecha en una conversación, por mirada intensita y di "qué gran año para (inserte aquí el tipo de vino que le apetezca, total, nadie lo va a comprobar). Cuanto menos tenga que ver la fecha con el vino, más patente quedará tu profundo amor por esta bebida.

Aprende qué son los taninos

Ya sé que esto iba de hacerse el listo sin hacer ni el huevo, pero invierte unos minutos de tu vida en enterarte de que los taninos son una sustancia química natural, de origen vegetal, que se encuentra en el vino y que procede de las partes sólidas del racimo -como la piel, el hollejo o las pepitas- y/o de la madera de las barricas, o te pillarán seguro. Aquí tienes algo más de información para empezar.

Cuidado con lo de descifrar sabores

Si es tinto sabe a cereza picota y frutas rojas. Si es blanco, a plátano y fruta madura. No te líes con vainillas, maderas, mieles o café porque es posible que metas la pata, y si después de cuatro botellas te pones creativo y el tinto te sabe a fabada, mejor tampoco lo digas: a lo mejor es porque vas un poco pedo.

Aquí apagando el fuego valirio
Aquí apagando el fuego valirioGIPHY.COM

Huele el tapón

Cuando abras una botella -o el sumiller te lo deje al lado, como una ofrenda incómoda con la que nadie sabe muy bien qué hacer-, olfatea el corcho con la misma intensidad con la que tu perro huele el culo a sus amigos del parque. Da igual que el aroma no te diga nada: queda bien.

Emociónate mucho hablando de un vino

Pero solo con uno en concreto: si lo haces muy a menudo puede que tu grupo de amigos empiece a dejarte de lado por intensito. Tampoco hace falta que llegues a las lágrimas: un nivel de emoción “mañana me voy de vacaciones” será suficiente.

No devuelvas botellas

Al menos no lo hagas para impresionar, a no ser que realmente esté picada o tenga otro defecto: lo único que impresionará ahí es tu mala educación. Y ni se te ocurra hacerlo porque tenga poso: el poso es una parte del vino. Si te molesta, decántalo y hasta luego Mari Carmen.

Desprecia lo conocido

Siempre que alguien diga que le gustan los crianzas, mírale con una mezcla de pena y superioridad: tú sabes perfectamente que los vinos con mucha madera no se llevan. Con los del Bierzo o de Toro directamente puedes poner los ojos en blanco, aunque ya no rasquen.

Di que los Rioja y los Ribera son viejunos

El punto de antes llega el extremo con los Riojas o los Ribera del Duero: pedir una denominación de origen que conoce todo Cristo es como decir que tu grupo favorito es La Oreja de Van Gogh o Melendi. El mainstream del vino. Si es natural o biodinámico hazle la ola, aunque tenga sabor a sidra revenida.

A mí ponme solo un culín
A mí ponme solo un culínGIPHY.COM

Marida carne con blanco y pescado con tinto

Así quedará clarísimo que tú vives libre de esos prejuicios viejunos. Si además de fardar quieres disfrutarlo, piensa que el color no lo determina todo en un vino, y que la carne y el pescado también tienen muchos matices. Por ejemplo, algunos tintos jóvenes y ligeros le pueden ir de muerte a un atún, una caballa o una raya guisada, y los picantones, el pollo o un tartar de ternera entran estupendos con un blanco seco.

No le llames ‘caldo’

Por favor, no lo hagas. No solo es un sinónimo poco acertado -algo de responsabilidad tiene la prensa especializada-, sino que además te hará parecer repelente y te pondrá más años encima que una camiseta de la gira 89-90 de Julio Iglesias. Firmada.

Nunca jamás digas “este con una Coca Cola haría un kalimotxo estupendo”

Aunque lo pienses tan fuerte que crees que te pueden oír. Aunque saliera en el New York Times y se pusiera de moda en Nueva York. Que no se te escape. No. De verdad.

No chulees al sumiller

Por mucho que quieras hacer ver que sabes de vino, él sabe más. ¿Verdad que si estás con Messi en un campo de fútbol no te dedicarías a intentar quitarle la pelota, sino a disfrutar de su juego? Pues lo mismo aquí: si es un buen profesional y te recomienda algo, lo está haciendo para que disfrutes más de la cena.

Bebe vino

Y ten una bodega y un bodeguero de referencia: habla con ellos, pregúntales, prueba cosas nuevas -nuevas para ti-, profundiza en lo que más te guste, quítate los complejos y las manías. Y disfruta, disfruta mucho del vino. Al final, entre chuza y chuza, aprenderás algo de verdad y todo.

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