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Menú para hoy: salsa de cacahuete para verduras y fideos

Puede prepararse con cacahuetes enteros o su mantequilla, se aromatiza con ajo, y el vinagre y la salsa de soja le dan aún más vidilla. Esta salsa se convertirá en un básico en tu nevera.

Cacahuete, ajo, vinagre, soja y magia
Cacahuete, ajo, vinagre, soja y magiaMÒNICA ESCUDERO

La salsa que proponemos hoy es perfecta para todas esas personas que se apuntaron a la moda de la mantequilla de cacahuete, compraron un tarro y nunca han sabido muy bien qué hacer con ella (aunque también puede prepararse perfectamente con cacahuetes enteros). Preparé este aliño para animar un salteado de verduras con fideos y ternera, como una versión exprés de la salsa de cacahuete de los Sichuan Lumien, unos fideos deliciosos que suelen tomarse como desayuno en la región china que les da nombre, y desde entonces se ha convertido en el clásico multiusos del que más vale tener un tarrito en la nevera (aguanta bien unos 10 días).

Ingredientes

  • 4 cucharadas de mantequilla de cacahuete (o unos 80 g de cacahuetes fritos o tostados, pelados)
  • 6 cucharadas de vinagre (el que tengas, si es de arroz, manzana o vino blanco será más suave, si es de jerez o vino tinto más ácido)
  • 6 cucharadas de salsa de soja
  • 1 diente de ajo (medio, si no se tolera muy bien, uno y medio si lo queremos potente)
  • 1 trocito de 1 cm de raíz de jengibre pelada
  • 1 cucharadita de azúcar
  • Sésamo y tallo de cebolleta (opcional para esparcir por encima en cualquier cosa en la que lo uses)
  • Un poco de agua (opcional, si queda muy espesa)

Instrucciones

1.
Pones todos los ingredientes en un vaso batidor o un robot de cocina —las batidoras individuales van perfectas para estas cantidades— y los trituras hasta conseguir una textura cremosa: si te queda muy espesa, puedes añadir un poco de agua. 
2.
Si lo haces con mantequilla de cacahuete tardarás muy poco, si partes de cacahuetes enteros tendrás que tener algo de paciencia; si temes por la integridad de tu batidora ve haciendo ciclos y deja que el motor se enfríe entre cada uno de ellos.

No tengo todos los ingredientes

Vamos por pasos: si no tienes cacahuetes, puedes usar otros frutos secos como anacardos, avellanas, almendras, nueces o pistachos, siempre tostados y pelados, o incluso pipas de girasol o calabaza. ¿Tendrá el mismo sabor que con cacahuete? Pues no, pero eso no tiene por qué ser malo: cada fruto seco o semilla aportará su particular sabor (y la cantidad y textura de la grasa que contenga). También puedes sustituir la mantequilla de cacahuete por tahini, pero en menor cantidad o será demasiado astringente (con dos cucharadas en lugar de cuatro será suficiente).

Si no tienes salsa de soja, añade cuatro cucharadas de agua y ajusta de sal, aunque perderá el punto fermentado de la soja. ¿No tienes soja pero sí miso? Pon una cucharada rasa de miso y tres de agua. ¿No tienes ajo fresco? Eso es grave y te recomiendo ponerle remedio a la mayor brevedad, pero puedes ponerle una pizca de ajo en polvo. ¿Lo que te falta es jengibre? Puedes usarlo en polvo o cambiarlo por un poco de ralladura de limón, que también le dará un punto cítrico y aromático. ¿No tienes azúcar o no quieres ponérselo? Pues pasa total, o hazlo con miel, ágave o lo que uses habitualmente (si es estevia o sacarina, mejor pasa total también).

¿Para qué la uso?

Puede servirte para aliñar cualquier tipo de verdura con cualquier tipo de cocción. Desde unos sencillos palitos de pepino, zanahoria y pimiento —se trata de aliñarlos, no de usarlos de cuchara como si fuera un hummus—, pasando por unas judías verdes ideales o las patatas cocidas más ricas y fáciles del mundo. Cualquier combinación de alimentos que suelas preparar al vapor es susceptible de mejorar con dos o tres cucharadas de este invento (si las pones cuando aún estén calientes, absorberán mejor el sabor). Si quieres usarla en ensaladas de col lombarda, repollo u otras verduras de consistencia dura puedes hacerlo tal cual, si son más blandas —como lechuga o espinacas baby—, mejor aligérala con un poco de aceite de oliva suave y un poco más de vinagre.

Además de como aliño, también sirve como marinada, penetrando en alimentos que a priori pueden ser bastante sosones que, después de darse un bañito en ella, se vuelven bastante más apetitosos. El calabacín es el mejor ejemplo: píntalo con un poco de esta salsa, déjalo reposar una hora y después pásalo por la plancha con unas gotas de aceite: magia. También va bien con pechuga de pollo o pavo o lomo de cerdo, que además se volverán más tiernos por efecto del vinagre. Este mismo vinagre puede cocinar ligeramente un tartar de atún, bonito, salmón, caballa o trucha —previamente congelado durante 48 horas en el caso de los pescados marinos para evitar la anisakiasis— que podemos acompañar con daditos o rodajas de pepino para refrescar y dar un toque crujiente.

No deberíamos olvidar su finalidad primigenia: aliñar fideos. Como no es probable que tengas a mano los fideos Santon con los que se prepara el plato original, puedes usar lo que te ronde la alacena o el supermercado, desde unos espaguetis corrientes y molientes hasta fideos finos de arroz o gruesos de trigo tipo Udon, pasando por los fideos instantáneos tipo Yatekomo (solo los fideos, los sobres de ingredientes ignotos que los acompañan podemos tirarlos directamente a la basura).

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