_
_
_
_
_

Zarangollo murciano

Calabacín, huevo y, si se quiere, patata; un buen aceite de oliva, sal y tiempo para que todo se cocine lento y en su propio jugo: este aperitivo tradicional triunfará si usamos unos buenos ingredientes.

La huerta versión cremosa
La huerta versión cremosaMÒNICA ESCUDERO

El zarangollo es una receta tradicional murciana que se sirve normalmente como aperitivo, donde la estrella son dos productos clásicos de su huerta: el calabacín y la cebolla (además de los huevos). Como en todas las recetas tradicionales, hay tantas versiones como casas en las que se prepara: hay quien corta la cebolla y el calabacín a dados, en lugar de laminado -a mí me gusta más la textura en láminas-, y quien le añade patata.

Su origen no está demasiado claro: hay quien lo atribuye a un plato aragonés llamado zaranga, una fritada que se instauró allí después de la reconquista. Otros hablan de una adaptación a los ingredientes de la zona de la alboronía, un plato sefardí: sea como sea es una delicia. Para que salga bien, solo hay dos trucos, como casi siempre en las recetas tradicionales: escoger una buena materia prima y no tener ninguna prisa en la elaboración; que las verduras se cocinen en su propio jugo es imprescindible para que queden tiernas y sabrosas. El calabacín tiene que ser de tamaño mediano, tener la piel tersa y ser pesado respecto a su tamaño: si es ligero, estamos frente a una hortaliza que ha perdido humedad y se está poniendo pocha porque lleva demasiado tiempo recolectada.

Podemos convertir el zarangollo en un primer plato, o servirlo sobre unas rebanadas de pan tostado para una cena rápida, acompañado de unos tomates aliñados. En la página web Me encanta Murcia aclaran que este plato acoge multitud de variaciones: la más típica es la añadidura de la patata para aportar consistencia; cortada en dados pequeños y añadida después de la cebolla y antes del calabacín. “Sin embargo, en Cieza se elabora con calabaza dulce y ñoras, en Villena con tomate natural y en Abarán con calabaza colorá y guindilla”. Vayamos, de momento, con los básicos.

Dificultad: La de encontrar un buen calabacín, unos buenos huevos y el tiempo para cocinar sin prisas.

Ingredientes

  • 1 cebolla dulce o dos cebolletas tiernas
  • 3 calabacines medianos
  • 4 huevos de gallinas felices
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Pimienta negra recién molida
  • Pan para acompañar

Instrucciones

1.
Pelar la cebolla o las cebolletas y cortarla en tiras finas. Dorarla en una sartén a fuego medio-bajo con un chorrito de aceite de oliva.
2.
Cuando empiece a tomar color, añadir el calabacín cortado por la mitad a lo largo y después laminado, también fino. Poner un poco de sal y pimienta y dejar que se cocine sin prisa, removiendo de vez en cuando.
3.
Cuando esté bien pochado y ya no quede nada de líquido, añadir los huevos sin batir; pasados 30 segundos, remover suavemente y cuajarlos al gusto sin subir el fuego. Dejar reposar tres minutos y servir, con más pimienta encima.

 Si haces esta receta, comparte el resultado en tus redes sociales con la etiqueta #RecetasComidista. Y si te sale mal, quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_