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Empanadillas de ajos tiernos y queso

Un bocado perfecto tanto para tomar en casa como aperitivo o cena como para llevar de excursión a la playa o al monte. Con verdura de temporada y una receta de masa casera.

La masa tiene algo de trabajo, pero vale la pena
La masa tiene algo de trabajo, pero vale la penaMIRIAM GARCÍA
Miriam García

En muchas zonas el tiempo ya es tan cálido y agradable como para salir de picnic o excursión, ¿sois aficionados a echaros al monte con bocadillos y piscolabis varios? O a la playa, que no queremos imponeros nada. Las empanadillas son un clásico del picoteo, el excursioneo y la comida fuera de casa en general, porque aguantan muy bien el tipo y están casi igual de ricas a temperatura ambiente, en especial si las horneamos en lugar de freírlas.

Ojo: una empanadilla con masa casera es otra cosa. Por eso traigo a colación la fórmula viejuna e infalible que uso, procedente del antaño conocido como recetario de la Sección Femenina, el Manual de Cocina de autor anónimo durante décadas, que ahora sabemos que era Ana María Herrera. Un clasicazo con el que crecimos las y los más talluditos, con manteca de cerdo o aceite de oliva como grasa; si queréis una masa al estilo argentino, con mantequilla, seguid la receta de empanadas argentinas de cebolla y queso. En muchas casas disponemos hoy día de algún tipo de batidora/robot que nos permite fabricar la masa de las empanadillas en un tiempo prudencial.

Pero como no queremos ser puristas (hoy no toca), podéis usar obleas de empanadillas compradas, que te sacan del apuro con corrección; no os vamos a hacer vudú por ello. ¿Qué diferencia hay entre usar manteca de cerdo o aceite de oliva en la masa de las empanadillas? La manteca de cerdo le da a la masa un pelín, muy leve, de hojaldrado. La consistencia es distinta, algo más recia que la de la masa con aceite de oliva. El relleno es de verdura de temporada y queso, que va con todo. Soy muy fan de los ajos tiernos, aunque hay que ser cuidadoso con ellos, porque pueden resultar un poco feroces. Un sofritillo de ajos tiernos con alguna otra hortaliza, como guisantes para hacer bulto y patata para suavizar y cohesionar el conjunto, queda fetén. Si añadimos un trozo de queso que se funde al cocinar la empanadilla, el resultado es suculento. Es así.

En cuanto a si debemos hornear o freír las empanadillas, lo más tradicional en España es freírlas, pero ciertamente si las cocinamos en el horno absorberán menos grasa. También encuentro que resisten mejor el paso del tiempo las empanadillas horneadas, emparentadas con las empanadas argentinas, que las fritas. Empero, aunque en las fritas salen esas lindas burbujitas de la fritura, he preparado esta remesa en el horno, por el qué dirán.

Dificultad: Solo la de hacer la masa, si te pones a ello, y cerrar bien las empanadillas para que no se abran. Tú puedes.

Ingredientes

Para unas 12 empanadillas con obleas de unos 12 cm

Para la masa

  • 110 g de vino, agua o leche (o una mezcla de varios a tu libre albedrío)
  • 110 g de aceite de oliva o manteca de cerdo derretida
  • 340-350 g de harina corriente
  • ½ cdta. de sal

Para el relleno

  • 300 g de ajos tiernos
  • 1 buen puñado de guisantes frescos desgranados
  • 1 patata grande
  • 150 g de queso fundente, más o menos curado al gusto
  • Aceite de oliva virgen
  • Sal al gusto

Instrucciones

1.
Pesar todos los ingredientes. Derretir la manteca de cerdo (si se usa).
2.
Mezclar todos los líquidos de la receta, agregar la sal y añadir la harina. Mezclar hasta obtener una masa homogénea, que debe ser blandita, pero no pegarse a los dedos.
3.
Envolver la masa en plástico y dejar reposar una hora a temperatura ambiente; así el gluten se relaja y la masa se estira mejor.
4.
Limpiar los ajos tiernos de la capa externa y cortar el extremo y las raicillas. Cortar en arandelas.
5.
Cubrir de aceite de oliva el fondo de una sartén pequeña y sofreír los ajos tiernos hasta que estén lacios.
6.
Desgranar los guisantes, si son frescos, y añadirlos al sofrito justo antes de que estén listos los ajos. Cuando los guisantes estén blandos, chafarlos ligeramente con una espátula.
7.
Mientras tanto, pelar las patatas y cocerlas en agua o en el microondas, con una cucharada de agua y bien tapadas, hasta que estén tiernas.
8.
Desmenuzar las patatas con un tenedor y añadirlas al sofrito. Mezclar bien y salar al gusto. Dejar templar.
9.
Enharinar la mesa ligeramente y extender la masa hasta un grosor de unos 2 mm.
10.
Con un vaso o un aro de emplatar de unos 12 cm, cortar obleas de masa.
11.
Poner una cucharada hermosa del relleno en la mitad de cada oblea, con unos trocitos de queso encima. Humedecer ligeramente el borde con agua.
12.
Doblar la masa por la mitad sobre sí misma, asentar sobre el relleno para expulsar el aire y apretar los bordes para sellar. Aplastar con los dientes de un tenedor para que se unan bien los bordes o hacer un bonito repulgo (el repulgo está más indicado para la versión horneada que para la frita). Pero esto ya es para nota.
13.
Si vamos a hornear las empanadillas, colocarlas sobre una bandeja de horno y pintar con huevo batido. Cocer a 180 °C durante unos 30 minutos, hasta que estén bien doradas.
14.
Si las vamos a freír, calentar abundante aceite de oliva en una sartén pequeña y honda, y freír las empanadillas de dos en dos en el aceite a unos 180 °C, sin que llegue a humear, hasta que estén bien doraditas. Sacarlas a escurrir sobre papel de cocina y servir o reservar para comer más adelante (si las vamos a empaquetar, esperar a que se enfríen para que no se pongan blandurrias.

Si haces esta receta, comparte el resultado en tus redes sociales con la etiqueta #RecetasComidista. Y si te sale mal, quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com

Sobre la firma

Miriam García
Química y traductora de inglés de formación, gastrónoma por pasión desde el 2013. Divulgadora gastronómica y fotógrafa para marcas de alimentación o medios como El Comidista y 'Bon Viveur', profesora de cocina en la Escuela Alambique de Madrid, recetea en su blog 'El invitado de invierno' y en donde le lleve el viento, gastronómicamente hablando.

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