
Curry japonés
La versión japonesa del curry nació cuando los ingleses lo llevaron a ese país desde India. Ahora se ha convertido en uno de los platos nacionales, tan típico en la cocina casera como el ramen.
La versión japonesa del curry nació cuando los ingleses lo llevaron a ese país desde India. Ahora se ha convertido en uno de los platos nacionales, tan típico en la cocina casera como el ramen.
Cortar, mezclar y comer: esta ensalada es sencilla, barata y sabrosa gracias al encurtido rápido de las verduras. Puedes hacerla un poco más sofisticada añadiéndole unas anchoas picadas.
Las sobras de un pollo asado dan para platos algo más veraniegos que las croquetas y los canelones. En este bocadillo se vienen arriba con un yogur cremoso, fruta y frutos secos.
Esta ensalada 'acevichada' es perfecta para pasar estos días de calor. Es refrescante y picantona y se puede cambiar el melocotón por otras frutas de temporada como la sandía o el melón.
Italianos: no miréis, porque el pesto de esta receta no es muy canónico. Pero su sabor es tan veraniego como un buen trozo de sepia a la plancha, así que imaginaos la combinación.
El secreto para que un ave a la barbacoa está en escoger bien el corte -pasando de pechuga, vamos-, alegrarlo con la marinada y cocinarlo al punto para que quede jugoso. Estas brochetas lo tienen todo.
Para superar todas las veces que en hostelería nos dan pota por calamar, preparamos en casa una dignificadora versión crujiente aderezada con ralladura de lima y con salsa tártara para mojar.
Si te gusta el contraste entre dulce y salado del melón con jamón pero quieres aventurarte en nuevos territorios, este entrante que mezcla la refrescante nectarina con cecina es justo lo que necesitas.
Puedes tener lo más gustoso de este estofado -el sabor, la jugosidad y el crujiente de la col encurtida que suele acompañarlo- sin tener que zamparte ningún animal. ¿Cómo? Con lentejas, setas y hortalizas.
Los albaricoques asados son un plato tan versátil como desconocido: pueden usarse tanto para acompañar un helado como una carne grasa. Hoy se impregnan de mojito y vienen en formato postre.
Un bocadillo diferente y sabroso para comidas informales y picoteos. La potencia del cordero combina a la perfección con la salsa de tahina y limón, y la frescura la ponen los brotes y las aromáticas.
Los cogollos no solo pueden comerse en ensalada y con anchoas -que también-: cocinados a la plancha o brasa y acompañados de una buena vinagreta pueden darnos muchas alegrías.
Los puristas pondrán el grito en el cielo, pero los buñuelos son algo más que un plato típico de Semana Santa. Se pueden tunear y os lo demostramos con esta receta que os volverá conversos de este aperitivo.
Una versión rápida y algo más ligera de la famosa cochinita de Yucatán. El picante para alegrarlo es opcional pero recomendable; unas buenas tortillas de maíz no son negociables.
Las carnes de segunda dan lo mejor de si mismas cuando les aplicas una cocción lenta. Este rabo de toro solo necesita un buen fondo de verduras y un poco de vino para convertirse en una delicia.
Esta crema de legumbres, basada en la clásica receta israelí, es un aperitivo sabroso que se supera gracias a un salteado de setas, un toque de especias y un poco de perejil fresco.
Si eres berenjenófilo como nosotros, este plato que combina su melosidad con la potencia del miso, un toque de cerveza negra y cebolleta para refrescar te volverá tarumba. Tómalo tibio y ya verás.
Este aperitivo se prepara en un santiamén y funciona a las mil maravillas. Para ser la envidia de tus vecinos, solo necesitas hacerte con productos frescos y no pasarte con la cocción.
A medio camino entre un rosbif y un tataki, esta presa semicruda con salsa japonesa puede servirte como aperitivo para compartir o como plato de pleno derecho, si te apetece ponerte como el Quico.
En esta ocasión te lo servimos con pulpo asado, pero este sencillo puré de boniato tiene tantas variaciones como quieras. Si llevas hasta el límite su caramelización, cambia el cazo por el horno.
Este aperitivo es apto para los que no comen animales, con el punto dulce de la miel de caña, el crujiente de los frutos secos y la intensidad del queso azul. Solo faltará un poco de pan crujiente para acompañarlo.
Un guiso mediterráneo y otoñal cuya clave reside en escoger el mejor pollo que puedas permitirte. Un buen sofrito, el brandy flambeado y un chute de aromática harán el resto: prepara pan, que te hará falta.
La versión tradicional de este plato italiano lleva berenjena, pero también puede prepararse con calabacín. Y elegir si lo fríes o lo cocinas a la plancha, o le pones quesos de sabor más o menos intenso.
Arranca la temporada de setas con estas empanadillas orientales de shitake o, en su defecto, de champiñón. Montarlas tiene un poco de truco, pero seguro que a la tercera ya te salen perfectas.
Una sartén, unos champiñones, un golpe de batidora y poco más es lo que necesitarás para hacer este recetón. De regalo, un truco para conseguir una salsa cremosa y bien integrada con la pasta.
A medio camino entre el coulis y la macedonia, esta sopa aromatizada con albahaca se sirve fresca y acompañada de un helado que remata la jugada. El toque de pimienta es muy recomendable.
Encontrar un buen ceviche de restaurante no siempre es fácil, pero para hacerlo en casa no necesitas más que un cuchillo bien afilado y algunos ingredientes nada complicados de localizar.
Dos frutas, una hortaliza: no se trata de un combate cuerpo a cuerpo, sino de una nueva combinación con la que conseguir una sopa ligera y fresca que te dará vidilla este verano. Y el que viene, también.
Una receta tradicional murciana, el conejo al ajo cabañil, se da una vuelta por México gracias al achiote, y se vuelve más fresca al darle un cambiazo poniendo limón en lugar de vinagre.
Saca la ternera del plato, métela entre dos panes tiernos y fúndele encima un poco de queso. Solo puede mejorar con una mayonesa amostazada, encurtidos, cebolla y unas hojas o brotes que le den frescura.
La sopa japonesa más adictiva tiene una versión que te permite tomarla en una noche tropical y vivir para contarlo. Un caldo ligero, fideos y unos cuantos ingredientes más y recibirás un merecido 'dōmo arigatō'.
Ya es tarde para la operación bikini. Lo sabemos, y además no creemos en ella. Por eso proponemos esta receta, que rinde culto al chocolate, la galleta y el plátano. Sin remilgos, pero también sin comerse medio kilo.
Los champiñones crudos cortados finamente son perfectos para absorber una vinagreta con un toque alegre de mostaza. Un buen tomate refresca el conjunto, y las almendras fritas le dan resistencia al mordisco.
La mezcla secreta del Coronel Sanders ya no lo es tanto desde que alguien la encontró apuntada en un cuaderno antiguo. Para que no nos acusen de plagio, la usamos para rebozar bacalao y meterlo en un delicioso bocata.
Rebozar un aguacate puede parecer raro, pero el contraste entre la capa exterior crujiente y el interior cremoso es una fiestón para los sentidos. Y más si lo rematas con un chutney de tomate.
Dos pescados azules y sostenibles sometidos a un sorprendente proceso que nos regalan dos texturas diferentes en un mismo plato. Unas lentejas bien aliñadas sirven como base al festín.
No hay nada tan básico como una pizza Margarita, pero también puede ser una auténtica delicia si te lo curras con los ingredientes. Pocos, pero bien escogidos: ahí va la esencia de la cocina italiana.
Una mezcla de ingredientes que te lleva directo de viaje a Tailandia y Vietnam sin pasar por la casilla de salida, inspirada en un ceviche y convertida en una sopa fría cremosa, potente y divertida.
Un rösti de origen suizo algo aligerado gracias a la mezcla de patata y zanahoria. En lugar de freírlo en manteca, lo hacemos a la sartén con un poco de aceite: todo el sabor, menos empapuce.