Gazpacho de tomate, pimiento choricero y jerez
Tras la polémica suscitada por el gazpacho de hierbabuena y albahaca, confío en que a los Guardianes de la Sagrada Esencia del Gazpacho Español que aparecieron en los comentarios de aquella receta les parezca bien este nuevo invento. Lleva tomate, aceite, vinagre y pan, es crudo, líquido, emulsionado y se toma frío, por lo que no veo motivo para que los talibanes gastronómicos me vuelvan a crucificar por llamarlo "gazpacho". A no ser que no toleren frivolidades como las de añadir pimiento choricero -¡pero si eso es del Norte!-, miel -menuda guarrada- y vino de Jerez -hala, encima alcohólico-, en cuyo caso pongo la otra mejilla y me entrego con resignación a un nuevo martirio.
Que conste que la absurda manía por ponerle ingredientes extraños a este sacrosanto preparado tradicional me viene de un auténtico sabio en la materia llamado Alberto Herráiz. Más concretamente, de su excelente libro 'Gazpacho' (Akal), que recomiendo a todos los fans del producto en cuestión. Él es el que pone pimiento choricero a uno de sus gazpachos, y vino fino de Montilla a un salmorejo, lo que me llevó a hacer un megamix de ambas ideas en mi última sopa. Claro que Herráiz es de los que piensan que el gazpacho, más que un plato, es una técnica, herejía que a buen seguro no gustará a los egregios defensores de la tradición.
Al resto, simplemente deciros que el vino y el pimiento dan un leve giro a este plato de toda la vida. Sin grandes estridencias, sólo añadiendo un pequeño toque ahumado y ajerezado que me encanta.
Dificultad: Para memos.
Ingredientes
Para 4-6 personas
- 1 kg. de tomates muy maduros
- 6 pimientos choriceros (o 6 cucharaditas de carne de ídem)
- 1 cebolla
- 200 gr. de pan de ayer
- 150 ml. de aceite de oliva extra virgen
- 50 ml. de vinagre
- 100 ml. de Jerez seco
- 1 cucharada de miel
- Sal y pimienta negra