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Comida viejuna: el After Eight

Mikel López Iturriaga

Al contrario que en otras entrevistas a clásicos de la comida viejuna, el equipo de investigación de El Comidista no tuvo que hacer muchos esfuerzos para localizar un After Eight, puesto que el producto se sigue vendiendo en muchos establecimientos. La caja que respondió a estas preguntas se encontraba en la sección de dulces de unos grandes almacenes en la Diagonal de Barcelona, agazapada entre los Ferrero Rocher y los Mon Chéri.

¿Cuánto tiempo lleva usted aquí?

¿Yo? Muy poco. Un par de weeks (semanas).

¿Cómo que un par de 'weeks'? En su fecha de caducidad pone 17 de marzo de 1992.

¿Ah sí? Debe tratarse de un mistake (error). Me repusieron el otro día.

Ya. Por eso tiene un dedo de polvo encima. ¿Seguro que se conserva bien?

¡Perfectamente! Tan fresh como el día que me fabricaron, dispuesto a fundirme en la boca del primero que quiera comprarme.

Resúmanos un poco de qué va el After Eight.

Bueno, como dijo Fraga una vez a un periodista, eso lo debería hacer usted que para eso le pagan. Pero en fin, soy un fino y delicado cuadrado de chocolate negro con una crema de menta dentro que te caes dead (muerta). Me venden en unas cajas verdes con un dibujo de un reloj victoriano, con cada chocolatina envuelta en un elegante sobrecito marrón oscuro.

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Con todos mis respetos, permítame decirle que la mezcla de chocolate y crema mentolada me parece una de las peores ideas de la historia de la alimentación. ¿A quién se le ocurrió?

No me extraña que no le guste, no están hechas las margaritas para los pigs (cerdos). Nos inventó una marca inglesa, Rowntree, en 1962. Nuestro mercado era definitivamente upscale (nivelazo) y nos vendimos como un producto muy selecto. Ah, y además fuimos la primera chocolatina del mundo diseñada para tomar después de la cena.

Un momento, ¿pero After Eight no significa "después de las ocho"?

Sí, pero es que en el Reino Unido cenan muy pronto, no como en estas tierras bárbaras de holgazanes y pendencieros.

¿Y cómo logran meter la crema entre las láminas de chocolate?

Muy fácil. Nada más hacer la mezcla, la pasta de menta es dura, y por eso se puede recubrir con chocolate. Pero lleva una enzima que transforma lentamente el azúcar en glucosa y fructosa, que tienen una consistencia más líquida. Por eso, como cuenta la Wikipedia, necesitamos unos tres meses de maduración desde que nos fabrican hasta que estamos listos para ser consumidos. ¡Somos como el iberian jamón!

Hombre, como el 'iberian' jamón exactamente... Por cierto, ¿podría dejar de decir palabras en inglés? Es que estoy un poco harto de poner cursivas y traducciones entre paréntesis. Además, no se me haga el british que es usted alemán.

Eso no es cierto. A la mayor parte de nosotros nos fabrican en Halifax (Reino Unido). Sólo unas remesillas se hacen en una planta industrial en Hamburgo. Pero esto pasa desde hace mil años. Más concretamente, desde 1967.

Hablemos de su época dorada. ¿Por qué alcanzó un éxito tan grande? ¿Teníael After Eight alguna connotación sexual que le llevó a triunfar?

For God's sake! ¿De dónde saca usted esa idea?

Es que si no, no me lo explico. No me negará que la crema de menta lechosa y un poco traslúcida se parecía un poco al...

¡Cállese y deje de decir estupideces, pervertido! ¿Cómo es posible que un diario serio como EL PAÍS tenga colaboradores como usted? ¡Qué vergüenza! Yo tuve mucho éxito porque estaba buenísimo, porque el contraste entre la menta y el chocolate negro era muy novedoso y porque tomarme era propio de personas refinadas. ¡Era la elegancia británica convertida en chocolatina!

Recuerdo que mi padre traía cajas de After Eight de Londres, cuando aquí aún no existía. Entonces nos debía parecer lo más, pero claro, cuando Nestlé compró la marca y en 1989 se empezaron a vender en el súper en España, como que se perdió la magia.

Ustedes los esnobs siempre con lo mismo: ponen por las nubes la música de tal grupo, y en cuanto se convierte en popular, pasa a ser una basura comercial. Pues conmigo, igual. ¿Qué hay de malo en gustar a mucha gente?

Nada, nada. Aunque no sé yo si a estas alturas le gusta a mucha gente...

La menta sigue estando muy de moda. Mire él éxito que tienen el Fortuna mentolado, el julepe de menta o el pippermint.

Esas tres cosas juntas parecen el cátering de un concierto de Massiel hace 40 años. Lo que sí sigue siendo bastante frecuente es... [risa nerviosa, temblores y arcadas reprimidas] ...el helado de After Eight.

Mi helado es una maravilla, y tiene un color precioso y muy natural. Y no sé en qué ambientes degradados se moverá usted, pero el dato contrastado es que en 2.010 se fabricaron 1.000 millones de After Eight.

Pues eso son un montón de 'fanses', es verdad. Por cierto, ¿qué le pareció el homenaje que le rindió Monty Python en 'El sentido de la vida'?

Repulsivo y degradante.

Para ir acabando, ¿qué planes tiene para captar un público juvenil? Alguien menor de 70 años, quiero decir.

Tenemos una línea de bombones muy moderna. También estamos introduciéndonos en concursos en plan Tú sí que vales, con gente tróspida que bate récords comiéndonos sin manos.

Podrían sacar una línea que se llamara After Hours, con Red Bull o Monster en el relleno. Entre los canis y los gandiashorers tendría mucho éxito.

¿Se está usted riendo de mí, mamarracho? Cuando Margaret Tatcher hable con el director de su periódico, sera a mí al que se le salga la crema de la risa.

Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).
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