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Los diez mandamientos para ahorrar en la cocina

 Vuestro futuro después de aplicar estos consejos / GIPHY
Vuestro futuro después de aplicar estos consejos / GIPHY

Esto es de primero de ahorro, pero no está de más recordarlo. Si vais a comprar en pleno munchie, todo os parecerá necesario, tenderéis a comprar alimentos con más calorías y listas para comer y volveréis a casa con una cesta llena de cosas sin sentido y habiendo gastado bastante más de lo presupuestado. Un estómago vacío y rugiente no mandará señales de deseo al cerebro delante del hinojo, la manzana y la rúcula que –junto con un poco de gorgonzola y un puré de verduras, por ejemplo– pueden ofrecer una saludable opción para la cena, sino que tirará más hacia esos libritos guarripés ya preparados que dicen “fríeme y hazme tuyo, aquí y ahora”. Que tampoco son malos de vez en cuando, pero mola que sea por decisión propia.

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Malos momentos para comprar kale / GIPHY

2. HARÁS LISTAS

Otro básico al que acogerse. No seré yo quien os diga que hay que seguirlas a rajatabla –soy extremadamente vulnerable al impacto visual de las frutas rojas en general, y me cuesta horrores decirles que no aunque cuesten un congo y vengan de las Quimbambas–, pero sí ponerle puertas al campo del descontrol. Por ejemplo, podemos darnos la posibilidad de coger una o dos cosas que no hayamos programado, pero no más.

3. NO TE ACOGERÁS A LAS OFERTAS QUE NO NECESITES

Un 3x2 de pasta seca, aceite o salsa Perrins es una buena idea, siempre que tengas sitio donde guardarlo, claro. Tres kilos de mandarinas por dos, por muy bien de precio que estén –a no ser que seáis los Bradford o estéis dispuestos a no comer ningún otro alimento– es tener casi la seguridad absoluta de que parte del botín acabará (ouch) en la basura. Antes de pensar alegremente “pues ya haré una mermelada”, calculad el tiempo real del que disponéis en los siguientes días: la mitad de veces ese tipo de buenas intenciones acaban en el mismo sitio que el excedente de mandarinas.

4. COMPRARÁS PRODUCTOS DE TEMPORADA

Y una más de puro sentido común. Si ahora mismo vas con tu bufanda y tus guantes al mercado, ves unas sugerentes cerezas y te encaprichas de ellas, que sepas que no solo tendrás que pedir una segunda hipoteca para pagarlas, sino que además seguro que vienen de Chile y tienen la textura y el sabor del corcho. En cambio las mandarinas, las naranjas, los caquis y saroni y las chirimoyas estarán baratas y rebosantes de sabor.

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Verduras de temporada y legumbres: sano, rico y barato / EL COMIDISTA

5. CULTIVARÁS LA RELACIÓN CON TUS PROVEEDORES

Si siempre compras en la misma pescadería, frutería o carnicería, conseguirás no solo que te informen de las mejores ofertas en relación calidad /precio, sino también que te preparen las cosas tal y como las quieres –ese misterio llamado “lomo abierto en mariposa”, por ejemplo, que si intentas hacerlo en casa consigues un clon del traje del psicópata de El silencio de los corderos– con una sonrisa. También puedes pedirles que te guarden huesos y espinas para hacer caldos de pescado o fondos tostados, y muchas otras cosas a las que seguro puedes sacar partido.

6. PRACTICARÁS LA COCINA DE APROVECHAMIENTO

Y además gozarás bastante durante el proceso. No solo haciendo canelones, croquetas o patatas rellenas sexys con los restos de un caldo, cocido o pollo asado –que también– sino haciendo recuento de lo que tienes en la nevera para asegurarte de que no tiras nada a la basura. Cuando estés en pleno proceso de revisión, mira también en el congelador: aquellos dos muslos de pollo que lanzaste allí el mes pasado, y que corren peligro de desaparecer como en el Abismo de Helm si no se les da salida, pueden ser el complemento perfecto para la pedazo de sanfaina que te ofrece el cajón de las verduras.

7. AHORRARÁS TAMBIÉN EN ENERGÍA

Y no me refiero tanto a la energía eléctrica o al gas como a la que empleamos en el momento de cocinar. Si se te ocurre cualquier cosa que puedas cocinar de más, congelar y tener lista para comer más adelante –lunes y domingos son días en los que se agradece especialmente tener este tipo de reservas–, hazlo. Por ejemplo, caldo, albóndigas, estofado, curry, croquetas (en este caso, congélalas sin cocinar) y cualquier cosa de la que cueste el mismo esfuerzo hacer 2 raciones que 6 y no pierda textura con las bajas temperaturas.

8. COMERÁS MENOS PROTEÍNAS DE ORIGEN ANIMAL

Noticias descombacantes: comer sano y equilibrado es más barato. Los cereales, las legumbres y la verdura son más económicos que la carne y el pescado, que –tampoco es la primera vez que decimos esto– habitualmente deberían funcionar más como acompañamiento que como plato principal. ¿Quiere decir esto que nunca jamás en la vida hay que clavarse un chuletón? No, evidentemente, un ataque de lujuria carnaca o pescatil de vez en cuando es no solo inevitable sino perdonable. Pero para el día a día, mejor unos garbanzos con espinacas y huevo duro, una pasta con mejillones o una ensalada de col con pollo.

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El perrete lo ha pillado / GIPHY

9. PRACTICARÁS LA COMPRA DE PROXIMIDAD

Es posible que los payeses que venden fruta y verdura de cultivo propio alrededor de los mercados –en la ciudades grandes– o en los mercados que se celebran una vez por semana en los núcleos más pequeños no tengan el certificado de producto ecológico (que cuesta dinero, tiempo y trámites que los pequeños productores no siempre pueden asumir). Pero si lo que venden es de su huerto, posiblemente será más barato que lo que venden en la sección eco del supermercado, habrá sido recogido ese mismo día o el anterior, habrá madurado en la planta y tendrá muchísimo mejor sabor, y mucho menos impacto sobre el medio ambiente.

10. COCINARÁS MÁS

¿La misma turra que hace dos semanas? Pues sí, amiguitos, primero porque cuando eres madre repites las cosas 300 veces de manera natural y sin despeinarte, y segundo porque realmente es una manera muy efectiva de ahorrar. Cuanto menos procesado y manufacturado esté lo que compráis, menor será su precio. Esos libritos de los que hablábamos en el punto uno suelen ser bastante más caros que si compraras el lomo y lo rellenaras en casa, y la diferencia de tiempo no son mucho más que 10 minutos (de la diferencia de relleno ya hablamos otro día, que el Tranchete está a la orden del día en ese tipo de preparados). Si no estáis muy convencidos, haced la prueba y nos contáis.

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