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Ocho salsas de bote libres de culpa

 Nota mental: comprar más ketchup / EL COMIDISTA
Nota mental: comprar más ketchup / EL COMIDISTA

Hoy quiero confesar que me gustan las salsas de bote. Ale, ya lo he dicho. Tengo que vivir mi condición en silencio, claro, porque lo normal es asociar estas salsas a aceites vegetales de calidad y procedencia más que dudosa, conservantes, colorantes, saborizantes y todos los 'antes' chungos habidos y por haber. Pero igual que me declaro culpable de que me guste la salsorra, clamo por mi inocencia respecto a la toxicidad de las que –de vez en cuando, tampoco es que necesite enchufármelas a diario– consumo.

Porque las salsas solo son guarras cuando lo son, y hay alternativas saludables dispuestas a darle un empujón de sabor a tu comida ese día en el que no te sientes especialmente dispuesto para las labores culinarias. Por si, al revés, de lo que tienes ganas es de cocinar a tope, incluyo en cada una de estas maravillas embotadas una o varias sugerencias para que, en lugar de simplemente acompañar, pasen a ser uno de los ingredientes de un plato. Espero que os sintáis en vuestra salsa con ellas (perdón, perdón, no lo he podido evitar).

KETCHUP BARBA ROJA

Ketchup-handmade-barba-roja
Ketchup-handmade-barba-roja

Posiblemente la más demonizada de todas las salsas, el azote de los padres que queremos que nuestros hijos coman bien, el manchurrón semilíquido rojo de textura indefinida que te mira desde el plato de patatas fritas congeladas con el que has calmado tu resaca. O, en el caso del Ketchup Barba Roja una salsa casera deliciosa hecha a base de tomate, azúcar de caña, vinagre de vino, limón, aceite, ajo, sal y especias, donde se respeta la textura del tomate y el equilibrio de sabor es perfecto y disfrutable tengas la edad que tengas. Su relish verde y su mostaza con cebolla también son de petición de mano. Puntos de venta, aquí.

En su salsa: Además de para lo evidente –salchichas, patatas y demás– puede usarse para marinar carnes, o añadir un poco a una masa de pan para conseguir unos bollitos de hamburguesa divertidos y con un extra de sabor.

CHUTNEYS DE LA MADRE DE MIREN

La Madre de Miren es, en realidad, la misma Miren recuperando las recetas de conservas de su madre, y actualizándolas cuando procede. De este bendito experimento salen tres chutneys: uno de berenjena con tomate seco, otro de melocotón y el de cebolla con mostaza y miel, todos sin conservantes y sin ingredientes rarunos, pero con un montón de sabor. Además, también hace unas mermeladas y compotas deliciosas y una crema de cacao con avellanas que os hará desear que la vida sea un cumpleaños infantil sin final. Para consultar puntos de venta y pedidos, podéis pasar por aquí.

En su salsa: Con carne, pescado o pollo cocinados a la plancha, con queso, añadiendo un par de cucharadas a un estofado para darle un punto o mezclados con leche de coco.

SALSAS MEXICANAS SIERRA NEVADA

Las salsas mexicanas en general suelen tener pocas calorías y poca guarrería: su base suele ser el chile, mezclado a veces simplemente con vinagre y sal, otras acompañado de otros vegetales como tomate, cebolla o ajo, y algunas incluso con fruta. En Sierra Nevada –sí, son mexicanas, pero están hechas en Granada y de manera totalmente artesanal– hacen todas estas maravillas y más, para darle chispa a cualquier plato con salsa de mostaza y habanero, chipotle y piña o la que lleva el seductor nombre de 'salsa del infierno'. A la venta en su propia web (con ofertas muy interesantes).

En su salsa: Con nachos y queso fundido, para fajitas, para marinar carne o pollo, como ingrediente del jugo de un ceviche. La de chipotle y piña puede arreglar ese mango como una piedra y más bien sosongo que pensaste que maduraría (mientras él tenía otros planes).

SALSA TÁRTARA Y BEARNESA DE TERRE EXOTIQUE

Aunque comparto con Mikel la opinión de que usar mayonesa de bote es más cutre que regalar desodorante, cuando se trata de salsas como la tártara y la bearnesa –que requieren de más elaboración, y cuyos ingredientes no tenemos siempre a mano– me vuelvo bastante más comprensiva. Las de Terre Exotique están buenísimas, hechas con productos naturales y tenerlas en la despensa te puede dar una alegría cuando proceda acompañar unos espárragos, un filete de pescado blanco o unas alitas de pollo. Se pueden comprar en su web(tienen un surtido de salsas, especias, siropes y de todo que cuidado con enrocarse) o en tiendas de productos gourmet (si estáis en Barcelona, Luc, mi dealer de queso, las vende).

En su salsa: Con salsa tártara, bonito, cebolleta picada fina, aguacate y tomate se hacen unos bocadillos/canapés/untable/dip para caerse de culo, y con puerros al vapor te apaña un aperitivo. La bearnesa, además de para el clásico Chateaubriand, puede servir como sustituvo vagoneta de una salsa holandesa en unos huevos Benedict domingueros.

SRIRACHA HUY FONG

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Otra salsa sin grasas añadidas ni guarrindongadas, con un sabor potente y especiado, que dura eones en la nevera y alegra prácticamente cualquier plato. No creo que la composición de Huy Fong sea muy diferente de las demás srirachas, así que cualquiera que encontréis tiene las mismas virtudes y aplicaciones (aunque hay algunas marcas que la comercializan en diferentes niveles de picante, cuidado con eso). A la venta en establecimientos de comida asiática (y, cada vez más, en supermercados y centros comerciales).

En su salsa: Se me ocurren pocas cosas a la que la sriracha no les vaya bien (excepto la leche con cacao, a lo mejor), así que este consejo va para los que no toleran muy bien el picante: se puede mezclar con mayonesa, zumo de lima o salsa de tomate para conseguir el punto y la textura que más os guste.

SALSA BARBACOA DE WILKIN & SONS

Tomate, miel, azúcar, chile, cebolla, limón, ajo, especias, mostaza y poca cosa más utilizan en Wilkin & Sons para elaborar esta deliciosa salsa barbacoa, con un punto picante y un ahumado sutil capaz de alegrar cualquier carne sin empapuzar el paladar. Se encuentra en tiendas gourmet, tiendas de comida inglesa y en internet (por ejemplo, aquí).

En su salsa: Para acompañar carne y pollo está bien, pero cuando el placer alcanza proporciones épicas es cuando se deja la pieza en cuestión un par de días –bien untada en salsorra–, en la nevera y se cocina después.

SALSA PERRINS

"Todo lo fermentado está rico" debería ser un principio universal. No hay nada mejor para poner el umami por las nubes sin glutamatos ni artificios que este proceso que este proceso catabólico de oxidación incompleta, que no requiere oxígeno, y cuyo producto final es un compuesto orgánico (o eso dice Wikipedia). La salsaWorcestershire, Perrins o inglesa es un buen ejemplo de cómo una mezcla de vinagre, melaza, anchoas, especias y tiempo puede dar como resultado un equilibrio canónico entre lo dulce, lo salado, lo ácido y lo picante. Vi en un programa de Discovery que su fórmula secreta solo se transmite de manera oral entre miembros de la familia, y que en la parte de la fábrica donde fermentaban los barriles no se permitía el acceso a casi nadie. Todavía me pregunto si será verdad, aunque lo sea o no me encanta la idea. Se encuentra en cualquier supermercado.

En su salsa: En un sandwich de queso fundido . En el steak tartar. En el bloody mary. En estofados. En vinagretas. Para marinar carne. Mezclado con la de la hamburguesa. En la sopa de cebolla. Por supuestísimo, en la michelada.Resumiendo: en todo.

MOSTAZAS DE DELISHOP

Mostazas_grupo
Mostazas_grupo

La mostaza es la madre del cordero de las salsas saludables, y en Delishop la preparan –en Dijon, por supuesto– en cuatro variedades diferentes: tradicional, a la antigua, con hierbas provenzales y a la pimienta verde. La primera es intensa, potente y picante como para despejarte la nariz al segundo bocado, la tradicional es mucho más suave y aporta un juego de textura divertido gracias a las semillas enteras. La de hierbas provenzales es muy aromática y más delicada, adecuada incluso para platos de pescado y la de pimienta verde tiene toque fresco y hasta herbáceo sorprendente. A la venta en Ulabox.

En su salsa: Para tartar de carne o pescado, para marinar carne –tal cual o mezclada con miel y soja–, para vinagretas, para mezclar con mayonesa y comer con patatas fritas, como salsa para un estofado o unos mejillones al vapor (mezclada con leche evaporada).

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