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Vasito tropical helado con cítricos y menta

Helado falso pero molón / EL COMIDISTA
Helado falso pero molón / EL COMIDISTA

Cuando llega el calor –sé que es pronto para ponerse en modo estival y que esto de ahora solo es un simulacro, pero ya me llega– vivo en un munchie de helados constante. Me alimentaría solo de cosas frescas-frías-congeladas, y me pone más un granizado o un trozo de sandía recién sacada de la nevera que Fassbender sin camiseta.

De las necesidades imperiosas de 'helado aquí y ahora' han salido grandes cosas: en una de mis heladerías favoritas, la Gelateria Caffeteria Italiana, hay un cartel que cuenta la historia de uno de sus sabores más míticos, el de cacao amargo. El tatarabuelo del actual propietario lo descubrió cuando su mujer, embarazadísima, tuvo un antojo de helado de chocolate, que casualmente se había terminado. Él le añadió más cacao a la masa para que helara antes, y cuando estuvo listo su mujer se comió una cantidad ingente y se fue a dormir. A la mañana siguiente puso el resto de la producción a la venta, y tuvo tanto éxito que tuvo que dejarlo en la carta. ¿No es una bonita historia de antojos y heladazos?

A falta de un maestro heladero que calme mis imperiosas necesidades –sin embarazo ni nada, aprovecho para reivindicar el antojo como derecho universal, sin discriminación de sexo ni edad– suelo tener algunas piezas de fruta peladas troceadas en bolsas zip en el congelador. Cuando me da el ataquito, las pongo en la batidora americana con algo más de fruta, zumo, leche de coco, yogur, leche o lo que sea y en un par de golpes de botón tengo un desayuno, merienda o picoteo casi bajo cero listo. Las frutas que tienen más agua, como la sandía o el melón, funcionan mejor en bebidas, mientras que el plátano y el aguacate son los reyes de los protohelados cremosos y guarrindongos.

De ahí nació este jetapostre, perfecto para calmar los calores sin tener que pasar por la heladería y con ingredientes muy sencillos de conseguir. Sí, la chía también: la venden en cualquier tienda eco/herboristería/granería/supermercado grande, y se pueden hacer cosas muy divertidas con ella en la cocina gracias a su textura mucilaginosa, pero si no la tenéis a mano tampoco es un drama: sustituid 50 ml de la leche de coco por el zumo de los cítricos, para no perder el sabor ácido, y listos. También podéis cambiar la leche de coco por yogur o leche evaporada. La cucharada de –añada aquí su guarrerida untable dulce favorita– también es opcional, pero tan satisfactoria que yo no pasaría de ella ni de broma.

Dificultad: Cortar, congelar, triturar, ñampazampa.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 3 plátanos
  • 200 ml de leche de coco
  • 2 cucharadas de chía
  • 1 mango
  • 2 limones
  • 1 lima
  • 3 cucharadas de miel o azúcar moreno
  • 4 cucharadas de lemon curd, crema de chocolate, dulce de leche o guarrada untable similar
  • 16 hojas de menta (no muy grandes, para que estén tiernas)

Instrucciones

1.
Congelar los plátanos pelados y troceados. Rallar la piel del limón y la lima y reservarla. Hacer un zumo, mezclarlo con 3/4 de vaso de agua tibia y una cucharada de miel o azúcar de caña hasta que se diluya. Añadir la chía y dejar que se active durante una media hora.
2.
Pelar el mango, cortarlo en daditos y reservar. En el vaso de la batidora, poner los plátanos congelados, la leche de coco, la miel o azúcar restante y la ralladura de los cítricos y procesar hasta conseguir una mezcla cremosa.
3.
En un vasito o tarro, poner una base de crema helada de plátano, una cucharada de lemon curd –o crema de chocolate, dulce de leche o lo que proceda– y otra colmada de chía (habrá triplicado su tamaño), el mango en trocitos y las hojas de menta picadas. Servir inmediatamente.

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