Guisantes para los que odian los guisantes
Si destestas esta legumbre, quizá sea porque la has comido siempre recocida y arrugada. Dale una oportunidad a las bolitas verdes con una receta fresca, rápida y sencilla.
Sí, yo también odiaba los guisantes. Los únicos que toleraba eran los de lata, y sólo si estaban camuflados con kilos de mayonesa y patata en la ensaladilla rusa. Pero un mundo nuevo de luz y de color se abrió ante mí cuando descubrí los guisantes frescos bien cocinados. Es decir, no sometidos a una cocción eterna que los arrugue y los deje con ese color verde guardia civil.
A parte de ser una delicia cuando se cocinan bien, los guisantes tienen muchas virtudes: por un lado, aguantan muy bien la congelación, y por otro, son tiradísimos de preparar. Ya sé que esto no suena muy fiable dicho por una persona que se ha disfrazado de vaina de guisante, pero es verdad.
Hoy los vamos a preparar de la manera más sencilla posible, pero con un truquillo copiado de Dani García que convertirá la salsa en un manjar: el licuado de parte de los guisantes.
Dificultad: Para princesitas del guisante.
Ingredientes
- 800 g de guisantes frescos o congelados
- 2 chalotas (en su defecto, una cebolla)
- 1 cucharada de mantequilla
- 1 cucharada de menta picada
- 2 cucharadas de jamón ibérico picado (opcional)
- Sal