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Albóndigas de pollo con parmesano

Sobre puré de patata o cremosa polenta, metidas entre dos trozos de pan y con salsa de tomate o de yogur, estas albóndigas te conquistarán gracias a su jugosidad y el punto imbatible del parmesano.

Para emprenderla a mordiscos con todas
Para emprenderla a mordiscos con todasSTOMAKO

No sabemos si a vosotros os pasaba, pero los Stomako fuimos de esos niños que, cuando veíamos a Asterix y Obelix calzarse un jabalí a la brasa o a Heidi hincarse un pan con quesazo suizo se nos hacía la boca agua, y deseábamos con todas nuestras fuerzas probar tales manjares de forma ipsofacta. Evidentemente no lo conseguimos, y la frustración perdura en el tiempo.

Cuando escuchamos la palabra albóndiga o almóndiga –registrada como vulgarismo por la RAE ya en 1726– nos vienen a la cabeza dos imágenes cinéfilas diametralmente opuestas. Una es la escena de La dama y el vagabundo que te hace desear locamente comerte un plato de pasta con albóndigas en un callejón de Nueva York bajo la luz de las velas. Obviando la ñoñería de tal escena, la parte que más nos gusta es cuando Golfo enseña a Dama a chuperretear los espaguetis.

La otra escena pertenece al peliculón de Francis Ford Coppola El Padrino. Los dos protagonistas son Michael Corleone y Clemenza, uno de los matones de Don Vito. El primero llega de ver a su padre en el hospital, mientras Clemenza anda poniendo unos botes de tomate en conserva en una sartén. Clemenza llama a Michael y le explica al menor de los Corleone como debe preparar una jugosa salsa de tomate con albóndigas para alimentar a 20 personas: freír bien unos ajitos, añadir el tomate, un poco de pasta de su concentrado, las albóndigas, un poquito de azúcar y un poquito de vino tinto. Si el bueno de Clemenza no os ha ilustrado suficiente con el tomate, Mikel también hizo una masterclass al respecto.

Seguramente Clemenza utilizó albóndigas de ternera para su cometido, pero nosotros vamos a atrevernos a hacer unas de pollo. Para que el ave no pierda su jugosidad y mantenga el tipo, volveremos a echar mano del yogur, que añadiremos al huevo, el queso parmesano y el pan. La clave en realidad es su suero, muy parecido al buttermilk, muy utilizado en Estados Unidos para hacer pollo frito y un sinfin de postres. Si sois muy perezosos para hacer la salsa o no podéis esperar a hincarle el diente, también podéis marcaros una versión rápida de yogur, limón, pepino y eneldo, que le queda de lujo. Y si no os apetece freír, siempre podéis hacerlas al horno.

Dificultad: Más sencillo que hacer la croqueta.

Ingredientes

Para 24 albóndigas grandes

  • 1 pollo deshuesado
  • 100 gr de parmesano rallado
  • 1 huevo y 1 yema
  • 60 g de miga de pan de semillas
  • 1 yogur griego
  • 3 cucharadas de leche
  • 20 vainas de cebollino o cualquier tipo de hierba fresca no leñosa
  • Guarnición al gusto

Instrucciones

1.
Picar la carne del pollo por tandas hasta formar una pasta uniforme. Colocar en un bol de cristal grande.
2.
Añadir el resto de ingredientes junto con las vainas de cebollino bien picadas. Mezclar bien con las manos o con una lengua pastelera hasta tener todos los ingredientes perfectamente integrados. Dejar reposar en nevera 30 minutos.
3.
Formar las albóndigas con las manos húmedas, pasarlas por harina y freír en abundante aceite en una olla pequeña en tandas de cuatro albóndigas. Cuando empiecen a coger un bonito color dorado, retirarlas: con su propio calor acabarán de cocinarse por dentro.
4.
Servir con la salsa de tomate o de yogur, con pan, en pan, con arroz, cuscús, patatas o polenta.

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