Menú semanal de El Comidista (27 de febrero al 5 de marzo)

Hazte con arroz basmati, arándanos secos, piñones y almendras sin pelar. El aliño con zumo de limón le da el toque diferencial.

Las influencias andaluzas, árabes y bereberes se mezclan en uno de sus platos más típicos, el pollo a la moruna con frutos secos y aceitunas.

Pocos postres superan un flan bien hecho, con su maravillosa textura y su perfecto equilibrio de lácteos, huevo y azúcar.

¿Tus cremas de verduras son muy sanas pero un pelín sosas y aburridas? Algo estás haciendo mal. Toma nota de nuestros mandamientos básicos.

El trinxat es uno de esos platos que consiguen combinar cuatro sencillos ingredientes con un resultado sabrosísimo y contundente.

Pobre pomelo, relegado desde los años ochenta a la categoría de desayuno de dieta por su punto amargo y su ligereza. ¿Lo has probado asado?

Las alcachofas ganan 20 puntos si después del confitado les damos un toque de plancha para dorarlas.

Esta receta bien podría titularse anchoas en escabeche suave, pero he preferido no dejarme llevar por el vasco que hay en mí y llamarla boquerones.

Si los de Bilbao nacen donde quieren, las persianas -postre 100% bilbaíno- también pueden adoptarse en cualquier lugar. 

La calabaza es una hortaliza muy presente en las cocinas de las que proviene el hummus; y le da un giro interesante a este aperitivo.

Los estofados tienen algo casero y reconfortante que anima el espíritu, sobre todo por esas lascivas salsorras que generan.

Lo tiene todo: es jugosa, dulce, nada empalagosa, y cargada de toneladas de vitamina C. Son nuestra salvación frutera en el invierno.

Para preparar esta ensalada adaptada de nuestro gurú Ottolenghi, sólo necesitas un bote de cristal para poder mezclar bien todos los ingredientes.

El potimarrón no es una criatura mágica de Harry Potter ni un marrón muy gordo, sino un tipo de calabaza que empieza a asomar tímidamente en España. 

La piel del cítrico le da un regusto amargo muy apropiado en un pastel con tanta almendra y azúcar. 

Tiene puntillos amargos y ácidos que la alejan de lo convencional, pero a la vez está muy suave, y sin rastro de los matices de cuesco habituales. 

El sabor de un suquet de pescado, la textura del romesco, un buen sofrito como base y un filete de merluza limpio y cocido al punto.

Utilizamos miso blanco, que es el más amable y dulzón, pero si se busca un aliño con más brío también se puede tirar del rojo.

El único misterio que tienen es el de no pasarse con el triturado de las legumbres: no vas a hacer un hummus ni un puré.

Contiene una combinación siempre ganadora (cítricos y menta), no es nada dulzón y refresca sin inflarte de gas.