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Cebolla al puñetazo

Una técnica sacada de una antigua merienda de payeses que no solo nos permite comernos una cebolla dulce, melosa y que sienta bien, sino también liberarnos del estrés atizándole puñetazos.

Pocos ingredientes para mucha felicidad
Pocos ingredientes para mucha felicidadMÒNICA ESCUDERO

No me atrevería a llamar receta a lo que propongo hoy, pero sí a deciros que puede cambiar la vida de la gente a la que no le gusta la cebolla –niños incluidos– o a la que tiene problemas para digerirla. Porque ésta cebolla al cop de puny -literalmente, "al puñetazo" en catalán-, es una buenísima manera de conseguir que la hortaliza en cuestión no pique y no sea indigesta. Este no-plato es de una merienda típica de payeses del año de la polka en Cataluña, y cuando al preguntar en redes si se hacía en otros sitios me dijeron que no (si hay sitios en los que sí, contadmelo en los comentarios, por favor) pensé que era injusto no compartirlo con el mundo.

Básicamente se trata de aplastar una cebolla cortada a lo bruto dándole puñetazos hasta que suelte gran parte de su jugo -ahí ya se va parte del picor y la digestión complicada-, aliñarla y dejarla reposar un rato para que el aceite y, sobre todo, el vinagre terminen el proceso. El resultado es una cebolla dulce, melosa, nada agresiva y un pelín ácida que dan ganas de comerse a cucharadas.

Es importante ser rápido en el proceso de darle lo suyo a la cebolla, porque el líquido que soltará es el que desencadena el proceso que hace que nos piquen los ojos y la garganta mientras la cortamos, pero a lo grande. Así que hacedlo con la cocina bien ventilada o directamente al aire libre, si tenéis una terraza o similiar. En cuanto terminéis poned el paño empapado en agua y enjuagadlo un poco: si os olvidáis y lo dejáis por enmedio vais a llorar más que con el final de Un monstruo viene a verme.

La versión de la foto lleva aceitunas variadas, porque con ellas y sobre una rebanada de pan de hogaza tostado es una de las maneras más típicas y sencillas de comerla (y mi favorita, debo decir). Pero, además de comerse tal cual, esta cebolla apta para todos los públicos tiene infinitas aplicaciones: puede acompañarse de anchoas, bacalao desalado, patata cocida o legumbres y pimiento rojo y verde, un buen tomate y muchísimas otras cosas.

La cebolla aguanta bien en la nevera cuatro o cinco días -aunque se pone un poco más melosa en el proceso, lo cual no es para nada malo- así que vale la pena preparar un poco más y tener una reserva dispuesta a alegrarnos el aperitivo, cualquier bocata o la ensalada (que incluso podremos zamparnos en el trabajo sin tener un incidente diplomático cebollero).

Dificultad: Se trata de darle puñetazos a una cebolla: no es ni cocinar.

Ingredientes

  • 2 cebollas de Figueras, blancas, tipo Fuentes o moradas
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Vinagre de vino blanco, jerez o manzana
  • Sal
  • Pan de hogaza, aceitunas, anchoas, bacalao desalado, tomate de ensalada…

Instrucciones

1.
Pelar las cebollas, partirlas por la mitad a lo largo y cortarlas en tiras no muy finas (entre 3 y 5 mm).
2.
Envolver las cebollas en un trapo de algodón limpio, ponerlo sobre la encimera de la cocina y machacarlo con el puño hasta que haya soltado gran parte del líquido.
3.
Poner la cebolla en un plato –y el paño en abundante agua– y aliñar con vinagre, aceite y sal al gusto. Dejar reposar entre media y una hora para que coja bien el sabor del aliño -y deje de picar del todo- y servir con el acompañamiento deseado.

Si haces esta receta, comparte el resultado en tus redes sociales con la etiqueta #RecetasComidista. Y si te sale mal, quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com

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