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Cruasán con relleno de gambas

El pan artesano de masa madre del mediático panadero Chad Robertson es fruto de años de investigación y cantidades ingentes de aromáticas hogazas despachadas. Ésta es una de las recetas más populares de su Bar Tartine.

Ideal para cualquier comida del día
Ideal para cualquier comida del díaERIC WOLFINGER / PAN TARTINE

Chad Robertson se enamoró de la panadería mientras sus compañeros del Culinary Institute of America soñaban con trabajar en las cocinas de los mejores chefs del mundo: escogió la harina frente a la chaquetilla, tal vez influido por la herencia artesana de su padre y abuelo y la admiración que le despertaban (aunque ellos se dedicaran a las botas de cowboy y las sillas de montar). Su obsesión por conseguir un pan de masa madre de miga húmeda, acidez controlada y corteza crujiente le ha convertido -además de en empresario de éxito, con 12 panaderías repartidas por América del Norte y Corea- en uno de los referentes de los panarras caseros.

Su primer libro, Pan Tartine, acaba de ser publicado en castellano por la editorial Col&Col, traducido por Ibán Yarza. En él encontraremos una explicación exhaustiva sobre cómo hacer su característica hogaza rústica, añadirle semillas o frutos secos, hacer baguettes, brioches, croissants y otras masas más o menos elaboradas. Pero también, y no menos importante, recetas para usar ese pan que sale de su horno a las cinco de la tarde para la cena y las tostadas del desayuno, y que se puede convertir posteriormente en la base para un bagnetto verde con sardinas marinadas, una sopa de ajo o cebolla. También ofrecen otras ideas con esas masas como base, como este cruasán con complejo de bocadillo, muy popular en el menú de brunch del Bar Tartine, que se presenta como una alternativa menos cara -pero no menos sabrosa- a su versión de cangrejo.

Puedes preparar esta receta con cruasanes de tamaño normal -de los de mantequilla, con los cuernos rectos y tiernos- para un desayuno tardío, merienda o comida informal, o puedes prepararlos en formato mini si quieres preparar una sena de picoteo, como el señor francés del anuncio. Si te cuesta encontrar cruasanes de ese tamaño de buena calidad -no es nada fácil-, algo me dice que Robertson nos perdonaría si lo sustituimos por un bollito de brioche. Al fin y al cabo, mantequilla es mantequilla, y aunque perdamos la consistencia hojaldrada mantendremos la ternura de la casa y, si lo tostamos bien, un cierto crujiente (además del sabor lácteo, que potencia el yodo del marisco).

Dificultad: Mucho menos que hacer pan de masa madre desde cero.

Ingredientes

Para 4 raciones

  • 1⁄2 cogollo de lechuga
  • 1⁄2 limón
  • Unos 400 g de gambas cocidas
  • 3 cucharadas de bulbo de hinojo picado fino
  • 3 cucharadas de tallo tierno de apio picado fino
  • 1 puñadito de de hojas de hinojo
  • 1 puñadito de hojas de apio picadas finas
  • 2 cucharadas de mayonesa
  • 1 cucharada de crème fraîche
  • 2 cucharadas de huevas de trucha
  • 4 cruasanes o 16 cruasanes mini

Instrucciones

1.
Cortar la lechuga en tiras finas (mejor con una mandolina) o dejar las hojas enteras a modo de base crujiente, como en la foto.
2.
Cortar muy fino el medio limón, desechando la parte que no tenga pulpa.
3.
Mezclar en un bol la lechuga, el limón, las gambas, el bulbo y las hojas de hinojo, y los tallos y hojas de apio.
4.
Mezclar en un tazón la mayonesa y la crème fraîche. Añadirlo a la mezcla de gambas junto con las huevas de trucha y mezclar delicadamente.
5.
Tostar los cruasanes por dentro, cubrir la mitad inferior con la ensalada de gambas, cubrir con las tapas superiores y servir.

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