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Seis platos únicos que sirven para comer dos días

Si en verano no te apetece cocinar para toda la semana de golpe pero tampoco pasarte el día en la cocina, aquí tienes algunas recetas sencillas y sabrosas para preparar una vez y comer dos.

Lentejas, hortalizas y pollo en dos versiones
Lentejas, hortalizas y pollo en dos versionesMÒNICA ESCUDERO

El batch cooking semanal está muy bien, pero hay personalidades, épocas del año y temperaturas que animan a ir buscando más soluciones rápidas a medio plazo que a encerrarse un buen rato a cocinar (aunque eso suponga después calma chicha el resto de la semana). Si esta sensación te interpela directamente porque ya tienes siempre la cabeza en la playa o la piscina -y cada vez que puedes, también el cuerpo-, estos platos únicos para cocinar una vez y comer dos pueden darte alguna que otra alegría. Eso sí, ten a mano tu sartén o cazuela más grande porque la vas a necesitar; si no tienes un recipiente de tanta capacidad hay algunos pasos que puedes hacer en dos tandas sin que te lleve mucho más tiempo. Todas las recetas son para ocho raciones.

Ensalada de zanahoria y judías verdes con quinua y salsa de huevo duro especiada

Cuece cuatro huevos durante nueve minutos, enfria, pela y tritura con 150 ml de leche, bebida vegetal, yogur o queso batido, y adereza con un buen chorro de limón, sal, pimienta y tu mezcla de especias y hierbas favorita (desde una mezcla cajún a unas hierbas provenzales y sriracha, lo que prefieras). Nos negamos a llamar a eso “mayonesa fit”como hacen en Instagram y TikTok, pero no deja de ser una buena solución para conseguir una salsa agradablemente untuosa y con muchísimos menos riesgos asociados -especialmente en verano- que la mayonesa con huevo crudo. Si queda muy densa puedes añadir más limón o leche, y si quieres convertirla en vegana solo tienes que sustituir los huevos duros por 400 g de tofu de dureza media.

Cocina 500 g de quinua siguiendo las instrucciones del fabricante, escurre y deja enfriar. Lava y corta en bastones 1 kg de zanahorias frescas y ponlas en una olla con abundante agua salada hirviendo. Cuando vuelva a hervir, cuenta dos minutos y añade dos cebollas cortadas en tiras gruesas y tres minutos después añade un kilo de judías verdes redondas (pueden ser congeladas). Cuando vuelva a hervir, contar cuatro o cinco minutos y todo estará listo para enfriar -puede ser bajo el agua fría del grifo- y dejar escurrir. Cuando la verdura esté seca, mezclar con la quinua y la salsa; si la salsa aún está muy espesa, añadir más zumo de limón, leche o bebida vegetal. Añadir unas aceitunas y listo.

Lentejas con pollo y salteado de pimiento, berenjena y cebolla

Si donde vives todavía se puede encender el horno y pensabas hacerlo por algún motivo, puedes usarlo para cocinar tanto las hortalizas como el pollo; si no es así, puedes hacerlo perfectamente en una sartén. Trocea tres berenjenas medianas y ponlas en una sartén o cazuela grande con un poco de aceite a fuego medio. Dale vueltas de vez en cuando durante unos diez minutos y cuando empiece a ablandarse añade dos pimientos y dos cebollas en dados medianos. Sube el fuego y dales vueltas cinco minutos (el pimiento y la cebolla deben quedar crujientes, no muy hechos). Casi al final, añade hierbas aromáticas al gusto.

Cuando las verduras estén listas ponlas sobre 800 g de lentejas escurridas y aliña con aceite, sal y pimienta. En la misma sartén o cazuela por 10 contramuslos de pollo cortados a tiras y salpimentados y dale vueltas a fuego medio-alto unos ocho minutos o hasta que la carne empiece a dorarse (dependerá un poco del tamaño del corte). No cocinamos a la vez la verdura y el pollo por una cuestión de espacio, pero si tienes una sartén del tamaño del Bernabeu podrías hacerlo sin problema. Junta todo y listo: se puede tomar frío, caliente o a temperatura ambiente -de hecho recomiendo comerlo una vez caliente y otra frío, si a la segunda le añades un par de puñados de hojas de espinacas tendrás un plato nuevo-, y si te gusta lo ácido también puedes añadirle un chorrito de tu vinagre favorito.

Patatas con bacalao, pepino, cogollos y salsa de olivada y perejil

Prepara una salsa triturando 100 gramos de aceitunas verdes sin hueso, un puñado generoso de hojas de perejil, 120 ml de aceite de oliva, pimienta y vinagre al gusto. Prueba y, si es necesario, rectifica de sal. Cuece 1,5 kilos de patatas nuevas medianas -limpias y enteras, con piel- durante unos 25 minutos o hasta que puedas atravesarlas con una brocheta. Mientras se templan, quita las puntas y la mitad de la piel a tiras de cuatro pepinos medianos. Córtalos por la mitad a lo largo y después en medias rodajas.

Pela y pica en grueso dos cebolletas. Mezcla las cebolletas y el pepino con las patatas troceadas aún tibias -no es necesario pelarlas- y un poco más de la mitad de la vinagreta. Cuando esté a temperatura ambiente, añade 600 g de migas de bacalao desalado. Separa la mitad y sirve con tres cogollos de lechuga troceados y la mitad de la vinagreta reservada. Otros tres cogollos -y el resto de vinagreta reservada- será lo único que tendremos que añadir en el último momento, el resto quedará perfecto de un día para otro en la nevera; el aliño le dará al pepino un toque encurtido muy sabroso. Si el bacalao desalado no es lo tuyo lo puedes sustituir por salmón o trucha ahumada, o cualquier pescado en conserva.

Judías con calamares, acelgas y picada de almendras

La versión salteada de un plato de cuchara, mucho más adecuada para la temperatura estival pero exactamente igual de apetecible y sabrosa. En una sartén grande o una cazuela, saltea hasta que estén tiernas 800 g de hojas de acelga con tres dientes de ajo laminados, pimentón y aceite (es posible que tengas que hacerlo en dos tandas porque al principio abultan mucho). Retira y, en la misma sartén, dora dos cebollas. Añade 800 g de calamarcitos troceados -pueden ser descongelados- bien escurridos y secos, sube el fuego y dales vueltas durante unos seis u ocho minutos, hasta que estén tiernos. Mientras, prepara una picada con 80 g de almendras tostadas, un diente de ajo y un puñado de hojas de perejil. Añade a los calamares con cebolla un kg de judías cocidas escurridas, devuelve a la cazuela las acelgas y remueve un par de minutos hasta que se integren los sabores. Pon la picada, remueve bien un minuto más y listo.

Garbanzos, tomates cherry, sardinas y vinagreta de ajo asado y limón

Asa ocho dientes de ajo en una sartén siguiendo este método (puedes hacer más y usarlos para un montón de cosas). Cuando estén templados, tritura con 120 ml de aceite, el zumo y ralladura de un limón grande -o al gusto-, sal, pimienta y za’atar (o una mezcla de tomillo, romero y sésamo). Corta por la mitad 500 g de tomates cherry -aquí tienes un truco para hacerlo rápidamente usando dos platos- y mezcla con un kg de garbanzos cocidos, lavados y secos y cuatro latas de sardinillas.

Puedes aliñar toda la ensalada de golpe o reservar la mitad sin aliñar y hacerlo justo antes de comerla. Las dos opciones son válidas: si la aliñas, los tomates cherry quedarán un poco más blandos al día siguiente, como si fueran en conserva, pero eso no es necesariamente malo si te gusta esa textura. El sabor de la ensalada al completo también evolucionará con el reposo, se volverá más intenso y amalgamado, así que te recomiendo probarlo: siempre puedes aliñarla sin tomates y añadir estos en el último momento.

Cuscús, langostinos, frutas rojas y salsa de yogur griego

Hidrata 500 g de cuscús integral siguiendo las instrucciones del fabricante. Prepara una salsa con dos yogures griegos naturales, 60 ml de aceite, el zumo y la ralladura de dos limas -o al gusto-, cilantro picado, sal y pimienta. Trocea 400 g de fresas y hazte con otros 300 g de frutas rojas variadas (moras, arándanos, frambuesas). Mezcla bien el cuscús ya frío con la salsa de yogur y 600 g de langostinos pelados y cocidos. Sirve la mitad con la mitad de las frutas y más cilantro. Deja la segunda tanda de frutas rojas ya preparadas en un táper y ponlas encima de la ensalada justo antes de servirla: te costará casi el mismo esfuerzo y conseguirás un óptimo resultado.

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