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Guiso de conejo de ‘El Señor de los Anillos’

Nos metemos en el mundo de Tolkien para hacer una receta hobbit de supervivencia: el guiso de conejo de Sam Gamyi. Un plato único y completo para aguantar un viaje hasta Mordor.

Amor hobbit a fuego lento
Amor hobbit a fuego lentoANA VEGA 'BISCAYENNE'

Como todos los lectores saben, siempre es mejor el libro que la película. No sólo te dura más sino que ofrece una experiencia inmersiva mucho más completa, en la que manda tu imaginación y no el presupuesto de Hollywood. También permite hacer una de las cosas más gustosas del mundo: acurrucarte en el sofá, olvidarte de todo y leer mientras comes un bocata de Nocilla. O de chorizo, que era la merienda que habitualmente me daba mi madre y con la que manché infinitud de páginas en mi infancia. De esas lecturas entrañables han nacido aquí recetas como la cerveza de jengibre de Los Cinco, la bomba de chocolate de Willy Wonka o la cerveza de mantequilla de Harry Potter.

Se nota que tengo especial querencia por los libros infantiles y juveniles (o la cerveza). Seguramente porque pocos libros se disfrutan con el ansia devoradora que se siente de pequeño, cuando encendías una linterna bajo las sábanas para estirar aún más la sesión de lectura. Entre aquellas obras que quedaron marcadas por mis huellas choriceras están El Hobbit y El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien.

Que sí, que ahora todo quisqui las conoce por las pelis y se las ventila en cuatro tardes, pero allá a principios de los 90 Tolkien prometía un mundo desconocido en aquellos libros más gordos que el de Petete, con runas misteriosas y paisajes oníricos en la portada. Dentro contenían aventuras, épica, magos, orcos y comida, mucha comida. “Si diéramos a la comida, a la alegría y a las canciones más valor que al oro, éste sería sin duda un mundo más feliz”, decía Thorin Escudo de Roble en El Hobbit.

La meticulosidad de Tolkien a la hora de crear la Tierra Media y caracterizar a sus habitantes no se limita a los idiomas, tradiciones y costumbres. También atribuyó a cada uno de sus pueblos una gastronomía diferenciada, siendo especialmente detallista a la hora de hablar de la alimentación de los hobbits, íntimamente relacionada con la cocina tradicional inglesa. Hedonistas y tragones, los pobladores de la Comarca no entienden las reuniones sociales sin cuchipandas ni bebida y son famosos por disfrutar de seis comidas al día: desayuno, segundo desayuno, “elevenses” o almuerzo de las once, comida, hora del té y cena.

La cocina y la pitanza están presentes a lo largo de todos los libros de la saga, dando nombre a capítulos como Carnero asado (El Hobbit) o Hierbas aromáticas y guiso de conejo (Las dos torres, El Señor de los Anillos), de donde he sacado la idea para la receta de hoy. Pongámonos en antecedentes: Frodo Bolsón y Samsagaz Sam Gamyi se dirigen a Mordor para destruir el dichoso anillo de marras. Guiados por Gollum, pasan más hambre que el perro de un ciego todo el día ciénaga arriba y abajo, hasta que Sam decide pedir a Gollum/Sméagol que cace algo para cenar.

“Todos los hobbits, por supuesto, saben cocinar, pues aprenden ese arte antes que las primeras letras (que muchos no aprenden jamás); pero Sam era un buen cocinero, aun desde un punto de vista hobbit, y a menudo se había ocupado de la cocina de campamento durante el viaje, cada vez que le era posible. No había perdido aún las esperanzas de utilizar los enseres que llevaba en el equipaje: un yesquero, dos cazuelas pequeñas –la menor entraba en la más grande–, en ellas guardaba una cuchara de madera y algunas broquetas; y escondido en el fondo del equipaje, en una caja de madera chata, un tesoro que mermaba irremediablemente, un poco de sal”. Con un par de conejos, agua, sal, nabos, zanahorias y hierbas aromáticas que encuentra por ahí (laurel, tomillo y salvia), Sam hace un guiso reconfortante que da fuerzas a Frodo para seguir el camino hacia el Monte del Destino.

Como soy tan buena, os dejo la escena de la película para que os situéis.

Sam deseaba tener patatas para echar en la cazuela, de modo que las he añadido en la receta, además de cebolla, aceite y unos pocos champiñones. Si queréis ser fieles a la versión de Mordor no uséis estos lujos, pero la verdadera receta hobbit —digna de Bolsón Cerrado— llevaría todo esto y más, y por supuesto sustituiría el agua por caldo y un generoso chorro de cerveza. En la revista Estel de la Sociedad Tolkien Española podéis encontrar otras dos versiones del guiso de conejo (una hobbit y otra propia de los enanos) y si vuestro frikismo interior os obliga a doctoraros en gastronomía de la Tierra Media podéis usar las recetas de Middle Earth Recipes (en inglés).

Dificultad: Oh sí, mi tessssoro.

Ingredientes

Para 4 personas:

  • 700 g de carne de conejo troceada como para el ajillo
  • El hígado o el riñón del conejo
  • 1 diente de ajo
  • 1 rebanada de pan
  • 2 zanahorias en rodajas
  • 1 cebolla finamente picada
  • 250 g de nabo o patata
  • 1 hoja de laurel
  • 1 rama de tomillo
  • 400 ml de caldo de carne (o agua)
  • 200 ml vaso de cerveza o vino blanco
  • 200 g de champiñones
  • Harina
  • Aceite de oliva
  • Sal
  • Pimienta negra molida

Instrucciones

1.
Deshuesar la carne y cortarla en trozos de tamaño bocado para que luego se pueda comer tranquilamente con cuchara.
2.
Salpimentar los trozos de conejo y enharinarlos ligeramente, sacudiéndolos después para quitar el exceso de harina.
3.
Freír en una cazuela con dos cucharadas de aceite de oliva el diente de ajo y el hígado (o riñones) del conejo. Tostar la rebanada de pan y machacarla en un mortero junto con el ajo y el hígado fritos y una pizca de sal. Reservar.
4.
En la misma cazuela, echar un poco más de aceite si es necesario y dorar los trozos de carne. Hacerlo en dos tandas si es necesario. Sacar la carne y reservar,
5.
Sofreír en el aceite sobrante la zanahoria y la cebolla. Cuando estén ligeramente ablandadas, añadir la hoja de laurel y la rama de tomillo. Revolver y agregar la cerveza o el vino, rascando bien el fondo para recuperar los jugos de la carne.
6.
Volver a meter la carne en la cazuela y añadir caldo (o agua) hasta cubrir los ingredientes.
7.
Cortar la patata en pedazos, chascándola para que suelte almidón. Agregarla a la cazuela, remover y dejar que hierva a fuego lento unos 20 minutos, hasta que la carne y las patatas estén tiernas. Alternativamente, se puede hacer en la olla exprés en unos 6 minutos y con algo menos de líquido.
8.
Cuando el guiso esté casi a punto, limpiar los champiñones y cortarlos en cuartos. Dorar en una sartén con dos cucharadas de aceite y salpimentar.
9.
Agregar la picada de pan, ajo e hígado al guiso. Remover para mezclar bien y dejar que el caldo espese ligeramente. Añadir los champiñones y servir.

Si haces esta receta, comparte el resultado en tus redes sociales con la etiqueta #RecetasComidista. Y si te sale mal, quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com

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