el milagro de la pechuga: Cómo cocinarla sin morir de aburrimiento
Insulsa, seca, dietética... La pechuga de pollo tiene la peor de las famas, pero convertirla en una comida alegre y sabrosa no es difícil si sigues nuestros ocho consejos mágicos.
Con el permiso de la lechuga iceberg y el yogur desnatado, la pechuga de pollo es quizá el alimento más aburrido sobre la faz de la tierra. Hablo de esos filetes a la plancha tiesos y resecos con los que muchas personas se castigan el cuerpo por estas fechas, confiando en que su bajo nivel calórico repercutirá en el alcance de sus lorzas este verano (prefiero pensar que ya nadie cuece las pechugas en agua y se las come cuando toman ese bonito color piel de falsa Daenerys Targaryen que las hace tan apetitosas).
Aunque en mi nada humilde opinión, nunca podrá superar al muslo, la pechuga de pollo -o de pavo- no tiene por qué ser el alimento tan tedioso. Basta con tratarla con un poco de cariño para que muestre su mejor cara. En el vídeo que tienes arriba puedes ver unos cuantos trucos sencillos para transformarla en una comida no sólo ligera y saludable, sino también alegre.
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