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La salsa picante española que más se vende en internet

ESpicy es un aderezo similar a la sriracha, elaborado en un lugar tan poco dado al pique como España. Lo que empezó como una apuesta arriesgada se ha convertido en una de las salsas más populares en Amazon.

De Madrid al mundo picante
De Madrid al mundo picanteCARLOS DONCEL

Al picante le pasa en España lo mismo que al intermitente: está ahí, pero da la impresión de que nadie lo usa en su día a día. Este sabor apenas aparece en el recetario patrio tradicional, tal y como explicó la comidister Rosa Molinero, sin embargo, parece que de forma progresiva el picor se está afianzando en los calmados paladares españoles. La prueba está en el éxito de proyectos como ESpicy, una salsa picante similar a la sriracha creada en Madrid, producida en Murcia y lanzada al mercado en mayo de 2018.

Porque es parecida al popular aderezo originario del sudeste asiático, pero no igual. Los hermanos Juan y Andrés Casanova, fundadores de ESpicy, se cuidaron de adaptar su creación a los gustos típicos de España, al mezclar los jalapeños rojos con ingredientes como la naranja o la zanahoria. “Partimos de una fórmula de sriracha porque era la salsa idónea para replicarla con los sabores de aquí. Incluso al principio pusimos 'sriracha española' como una manera de facilitar el acercamiento, pero lo cierto es que el sabor es distinto y no tiene aditivos ni conservantes”, afirma Juan, encargado de la parte alimentaria.

¿A quién se le ocurre elaborar picante en un país sin tradición?

Sería la pregunta lógica que se haría cualquier español o española al que le pique hasta la mayonesa. Pero los hermanos Casanova, oriundos de Venezuela, vieron ahí una oportunidad de negocio: “Nos parecía que hacer un producto picante en España era un nicho de mercado. Este mundo estaba creciendo mucho, y que llegara a aquí era solo cuestión de tiempo”, comenta de nuevo Juan. Una idea que dio su primer paso cuando Andrés esbozó hace ya tres años el diseño de la botella con el que sería el nombre de la marca, ESpicy (un juego de palabras formado por la ES de España y la palabra spicy, picante en inglés). “Una vez que teníamos esto, todo empezó a tener sentido y a coger forma”, cuenta Andrés.

Primer boceto de la botella que le envió Andrés a su hermano
Primer boceto de la botella que le envió Andrés a su hermanoANDRÉS CASANOVA

Con el diseño y el nombre definidos, faltaba lo esencial: la salsa. A ello se puso Juan, responsable del apartado gastronómico, que probó decenas de combinaciones hasta dar con una compuesta por seis ingredientes: jalapeños rojos, naranja, zanahoria, ajo, azúcar y vinagre. El resultado, un color reconocible, un sabor diferente aunque familiar y un toque picante algo más fuerte que el de las srirachas. “Cuando empecé a diseñar la fórmula tenía más de 100 botes, después me quedé con cinco, más tarde pasé a doce… Son muchas pruebas hasta llegar a la última antes de comenzar con el proceso industrial”, confiesa este antiguo cocinero. Porque claro, no es lo mismo preparar un cuenquito en casa, para que la pruebe algún coleguilla adicto al Tabasco, que elaborarla en una cadena de producción a gran escala. Un verdadero problema. Aunque había otro incluso antes: ¿quién ofrece su fábrica para hacer picante en España?

De Madrid a Murcia

Cuando tienes que poner tu maquinaria al servicio de una idea a priori nada rentable, te lo piensas. Los Casanova lo sabían, por eso tuvieron que buscar por distintas regiones españolas hasta dar con una fábrica que confiase en su proyecto. La solución, gloria bendita, estaba en Murcia. “Tuvimos suerte de encontrar a este fabricante, creyó en nosotros desde el principio a pesar de ser una apuesta a ciegas”, admite Andrés, que lleva la parte económica y logística de la empresa.

Esta industria murciana, además de poner al servicio de ESpicy su maquinaria, les ayudó a encontrar proveedores locales para la materia prima necesaria, con excepción de los jalapeños. El cultivo de estos pimientos, según aseguran los hermanos, no está muy extendido en España, así que hasta hace bien poco los importaban de Marruecos. “Ahora hemos empezado a trabajar con un productor californiano, que consideramos uno de los mejores del mundo. La calidad del pimiento no tiene comparación, y en breve vamos a hacer ya la primera producción con estos jalapeños”, informan.

Resuelto los problemas de encontrar fabricante y proveedores, quedaba adaptar la receta y embotellar el producto. Spoiler: trajo más fatiguitas que una gastroenteritis. La primera de ellas en noviembre de 2017, cuando tuvieron que desechar tres tanques de una tonelada cada uno porque la fábrica usó la tercera receta adaptada al proceso industrial, cuando, según Juan Casanova, la versión definitiva era la número 22. Tras este chasco volvieron a producir, ya con la fórmula correcta, en febrero de 2018 unos 30.000 botes. Con el coche cargado volvieron a Madrid para dárselos a los distribuidores. Una semana después los botes se hincharon y empezaron a explotar. Genial.

Juan (izquierda) y Andrés Casanova (derecha), con varios de sus productos
Juan (izquierda) y Andrés Casanova (derecha), con varios de sus productosCARLOS DONCEL

En marzo lo intentaron por tercera vez tras dos completos desastres. Solo quedaban 70.000 botellas de plástico, así que no había margen de error, pero por suerte esta vez sí salió todo bien. Los dejaron reposando de marzo a mayo, no fuera a ser que hubiera otra mascletá; no ocurrió y comenzaron a distribuirlos dos meses después de fabricarlos. Un año después de la gestación de la idea, el primer lote de ESpicy estaba listo para la venta al público.

Un éxito temprano en internet

Esta primera producción se vendió a través de Amazon. “Para entrar en las grandes cadenas de supermercado tienes que pasar por un proceso de aceptación y evaluación, y nosotros buscábamos primero la validación del público y que esa fuerza nos llevara ya a otros lugares”, explica Andrés Casanova. Y sin invertir en publicidad, solo gracias al boca a boca, las tiradas de producción que hacían se agotaban todas en esta web y en las tiendas físicas a las que distribuían.

Aunque el momento clave, cuando verdaderamente pega un boom la empresa -y no, no ocurrió cuando explotaron los botes-, fue con la publicación de un reportaje sobre ESpicy en el periódico económico Cinco Días en septiembre de 2019. “En seis horas se agotaron todos los productos. Hicimos un producción pequeña, y también se vendió. Nos pasamos dos meses sin producto porque no había cómo atender la demanda. Fue una megalocura”, comenta Juan Casanova. Este gran crecimiento en las demandas hizo que, según afirman estos hermanos de origen venezolano, la ESpicy se colocara como la salsa más vendida en Amazon. Un tendencia que parece que continúa: “En esta plataforma somos la primera salsa en número de ventas. Hemos superado incluso a marcas muy conocidas y asentadas en el mercado”, asegura Andrés.

Este éxito ha hecho posible que sus salsas hayan viajado a países como Australia, Nueva Zelanda o Estados Unidos. “Son gente que paga lo que sea para que le llegue allá. Es supergratificante ver cómo recurren a tu producto de nuevo, cómo te escriben... Esta es la señal que te dice que lo estás haciendo bien”, afirma satisfecho Juan.

Las salsas que llegaron y llegarán después de la ESpicy

La aceptación que tuvo desde el principio su heterodoxa sriracha animó a estos emprendedores a ampliar el catálogo en 2019 con la ESpicy Mayo, la ESpicy Ketchup y la ESpicy Honey. Todas elaboradas con recetas originales y con un punto de su aderezo primigenio para aportarles el sabor picante. ¿Que no sabrías por dónde empezar para incluirlas en tus platos? La editora comidista, Mònica Escudero, te da unas pistas al respecto: "Puedes usar la mayonesa para preparar huevos rellenos de gambas, su propia yema y encurtidos picados, preparar una pasta de relleno para sándwiches con bonito, un chorro de zumo de lima, cilantro fresco y cebolla dulce o darles caña a unos aros de cebolla, patatas o calamares a la romana".

Hasta el momento, ESpicy ha sacado cuatro salsas picantes al mercado
Hasta el momento, ESpicy ha sacado cuatro salsas picantes al mercadoCLARA P. VILLALÓN

El ketchup, además de para salsear cosas ya cocinadas, puede usarse para marinar carne o aves —en unas costillas de cerdo mezclado con un poco de zumo de naranja queda ideal; deja resposar al menos cuatro horas—, y la de miel es una auténtica joya que, según nuestra Escudero, "sirve igual para lacar unos frutos secos con especias al gusto que para añadir a estofados otoñales -calabaza, chirivía, zanahoria y alcachofa, por ejemplo- con carne o tofu, una picada de frutos secos y un chorro de caldo, vino o cerveza". Con la salsa base puedes "tunear mayonesa y ketchup nomales si se te terminan los otros, usarla en sopas, vinagretas para mojar empanadillas o dim sum, rematar unos boquerones en vinagre de arroz o una bomba de estilo asiático, con un relleno a base de cerdo, col china, jengibre, ajo y zanahoria hecho en la sartén".

Pero estos emprendedores no se van a quedar solo en estas cuatro salsas. El pasado febrero abrieron su propia tienda online, lo que les ha proporcionado, en sus palabras, “un contacto más directo con el cliente”. La idea es colgar ahí los nuevos productos que desarrolle el laboratorio ESpicy que pretenden montar, para que de esta forma sus clientes más fieles puedan darles sus opiniones. “Esto nos permitirá comprobar la aceptación que ha tenido para lanzarlo al resto de canales de venta. Esa cercanía con el consumidor es muy importante”, comenta Andrés.

Hace tres años la apuesta de estos dos hermanos gemelos parecía una temeridad, casi como montar un kiosco de Calippos en Groenlandia. Hoy, su negocio crece a buen ritmo y el futuro del picante español, según cuentan, tiene mucho recorrido: “Antes tú veías los picantes en la sección del súper de comida étnica, en una esquina apartada. Pero desde que comenzamos en 2017 parece que este tipo de salsas hubieran caminado por el lineal hasta ponerse al lado del ketchup Heinz. Sin duda, la gente está buscando picante”, concluyen. Vayamos, pues, entrenando los paladares: nos esperan años de picor.

Sobre la firma

Carlos Doncel
Periodista gastronómico en El Comidista, doble graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla y alto, muy alto. Le encanta el picante, la cerveza, el cuchareo y las patatas fritas de bolsa. Cree que el cachondeo y el rigor profesional son compatibles y que los palitos de cangrejo deberían desaparecer.

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